En vísperas del día de Acción de Gracias, es sano realizar un balance de todo aquello que recibimos, padecemos, disfrutamos y nos ayuda a crecer. Crecer en términos espirituales es tomar conciencia, caer en cuenta de cómo se vive, para qué lo hago y cuál es mi compromiso con mi comunidad, como parte de un todo.

Enfocados en exceso en el mundo material y en el consumismo, podemos caer en la confusión, al hacer un balance de lo que quiero agradecer, destacar tan solo lo material: casa, carro y beca. Pero desde el dolor y la inequidad, el mundo está pidiendo a gritos, cambio de paradigmas donde la espiritualidad empiece a ocupar un lugar más significativo.

La inteligencia emocional quebró el imperio de la razón como lo más importante y de esa manera abrió la puerta para resignificar otras miradas. Y entonces, allá, medio escondida, la espiritualidad que no es otra cosa que toma de conciencia, está ‘pidiendo pista’.

En ese orden de ideas, ¿qué es aquello que más nos enseñó este 2024? ¿Cuál es el aprendizaje más impactante que he recibido? ¿Cuándo se nos arrugó el corazón ante situaciones desgarradoras y frustrantes? ¿Cuál foto, cuál imagen, cuál noticia, cuál video, tocó las fibras más íntimas, hasta casi llegar a renegar de lo humano? ¿Cuál sarcasmo, cuál cinismo, cual carcajada burlesca, cimbró más mi salud emocional?

Entonces esa investigación personal, indagar en ese cuarto de San Alejo interior, nos lleva a descubrir al ‘responsable’ o responsables de mis momentos de dolor y angustia. Puedo usar las expresiones populares ‘mucho hp’, ‘que descaro’, ‘de que está hecho’ o hasta haber deseado formar parte del grupo de quienes ‘cobraron’ la afrenta, asesinando al presunto responsable. Pero ¿hoy soy capaz de resignificar ese momento, aceptando lo que me pudo enseñar? ¿Después de esa circunstancia soy mejor o peor ser humano? ¿Esa experiencia movió mi mundo interior para desear, por ejemplo, que nunca mas algo así lo tenga que vivir la raza humana?

¿Les agradecería a Netanyahu, a Kim, a Maduro, a Trump, a Noriega, lo que enseñan desde su tiranía y soberbia? En los procesos espirituales se aprende que ‘el mundo es perfecto’ porque cada dificultad que talla e incomoda, forma parte del aprendizaje. Los tiranos del mundo son maestros excepcionales de conciencia porque desde su prepotencia y autismo, muestran que el cambio no viene por decreto o reglamentación, sino por la absoluta convicción de la responsabilidad personal. Sus egos no dan para más. Por ello, ningún político nos salvará: su incompetencia, ineficiencia y estupidez, o todas las anteriores, son campanazos que mueven a despertar. Lo que vivió Valencia, España, es muy edificante.

El pueblo salva al pueblo. Nació de la conciencia de cada quien y se movilizaron en una acción espontánea de solidaridad y colaboración. No hubo exigencia impuesta. El despertar de conciencia pasa por momentos muy oscuros buscando la luz. ¿Agradecería entonces a aquellos que desde su abuso de poder están marcando un derrotero y nos ayudan a despertar? Reúna espiritualidad, política y gratitud. ¿Conoce el resultando de ese coctel? Es el que debemos beber los ciudadanos del mundo si somos conscientes del momento actual. No vamos bien y la evolución es prioritaria. Pero la coherencia implica ser capaces de agradecer también lo que talla e incomoda. Petro por ejemplo…