Además de varios importantes edificios en Cali, Libia Yusti, arquitecta de la Universidad del Valle, fue ejemplo de una práctica profesional de la arquitectura que incluía su enseñanza, pero que con la proliferación de facultades de arquitectura en el país se ha acabado, salvo pocas excepciones. Y lo que ahora hay son muchos profesores que enseñan un oficio que no practican, pero al mismo tiempo se abrió la posibilidad de investigar y escribir sobre los diferentes aspectos de la arquitectura, lo que los maestros de antes poco hacían, igualmente salvo pocas excepciones, y que tanta falta hacía y más ahora ante la necesidad actual de replantear el ejercicio profesional de la arquitectura.
Como lo destaca el profesor Francisco Ramírez, su alumno en la Universidad del Valle, el libro de Libia Yusti ‘Arquitecturas a Tracción’, permite entender la correspondencia entre la forma arquitectónica y la forma estructural de su arquitectura; y además facilita su estudio por su claridad conceptual y los ejemplos que lo ilustran, permitiendo seguir aprendiendo de sus lecciones: que el esfuerzo estructural y la economía de recursos son razones evidentes de la expresividad de toda la buena arquitectura, y que en esta, el rigor y la verdad se perciben como belleza; justamente lo que se echa de menos en la “arquitectura espectáculo” y mucho más en la que solo la imita.
Se trata, una vez más, del vínculo que estableció hace más de dos mil años el arquitecto romano Marcus Vitruvius Pollio, entre el emplazamiento de los edificios, y su función, construcción y forma, y lo que nunca ha sido de tanta necesidad como ahora, cuando es imperativa una arquitectura, como la llama el arquitecto Bill Reed en Estados Unidos, no apenas sostenible sino que produce excedentes de energía y agua, y comida en sus vergeles y huertos, y que debe durar mucho más que sus fines iniciales; en otras palabras, seguir la propuesta de John Fullerton para replicar el modelo de la naturaleza en la agricultura (Semana Sostenible, 08/2022).
Esfuerzo estructural y economía de recursos que son evidentes en la belleza de la arquitectura de Libia Yusti, lo que se puede comprobar en la Plaza de Mercado de Siloé, de 1950, proyectada con Elly Burckhardt, su amiga y compañera, pese al caos urbano que la rodea, o en el Gimnasio del Pueblo, de 1971, ya en asoció con Enrique Richardson, y sin duda uno de los edificios deportivos más bellos e interesantes que se pueden ver, como lo destaca Ramírez, pese a su discutible remodelación de 2016. En ambos casos, la forma es resultado de la interacción de las acciones y reacciones de los esfuerzos de una estructura que se integra totalmente a la cubierta y no solo la sostiene.
Recuerdan sus alumnos que Libia Yusti, visitando ejemplos en la región, los introducía en la comprensión y valoración de la arquitectura, desde la indígena y colonial hasta la contemporánea, como de seguro la Plaza de Mercado de Santa Elena, de 1962, del célebre ingeniero español Félix Candela, mirándolos críticamente y dibujándolos para explicarlos; concluyendo que la buena arquitectura parte de valorar las propiedades de los materiales, para poder desplegar su potencialidad. Quien escribe recuerda su visita a su casa de fin de semana, ‘La Biencontenta’, cuya cubierta, una pequeña pirámide, se pude explicar como de “par y nudillo” o de “parhilera”, o su híbrido.