Su nombre es Jorge Dueñas y su sonrisa es una bocanada de esperanza. Sus palabras reflejan que hay felicidad, después de la tormenta. A los diez años se fue de su casa, víctima de maltrato intrafamiliar. Le emociona saber que su historia es escuchada, que a alguien le interesa saber por qué terminó en la calle. Pero quizás lo que más le entusiasma es evitar que otras personas vivan lo que él vivió.
“Mi mensaje es para aquellas mujeres que desean ser madres y aquellos hombres que quieren engendrar hijos. Quiero que comprendan que conformar una familia lleva cantidades de riesgos, que se pueden evitar. Hay que tener una buena conducta, una buena educación, para poder formar a otras personas y hacerlas sentir que son parte de una familia”, dice.
La sonrisa vuelve a aparecer. Se siente aliviado y honrado de que alguien le tome la mano, celebre sus logros. Y recuerda cómo luego de estar perdido en el duro mundo de las drogas y la calle, alguien creyó en él. “Llegué a una parte que se llama Samaritanos de la Calle y allí había un señor, Andrés García, que llamó a las personas de su equipo de trabajo y les dijo: ‘vamos a ayudar a hacer de Dueñas una persona, vamos a hacer de Dueñas un señor’, eso se me quedó grabado”, recuerda.
Hoy, ‘el señor Dueñas’ hace parte de los promotores sociales que ayudan a los habitantes de calle a mejorar sus condiciones de vida. Y es también uno de los 20 libros humanos que narran ‘las páginas’ de su existencia en el Bulevar del Río, por estos días en que la Feria Internacional del Libro de Cali nos reconforta con la esencia de las letras, de las historias, y de lo que podemos ser como ciudad, cuando a bien nos lo proponemos.
‘Libros humanos: El contenido sí importa, relatos de vida de la calle’ es el nombre de la iniciativa de la Secretaría de Bienestar Social de Cali, que tiene su carpa abierta hasta el 22 de octubre. Y son 20 los libros humanos que en esta ocasión participan del evento. Como Jorge Dueñas, quien además hace parte del equipo de running, del Programa Integral de Habitante de Calle. Como Orlando Pardo, que antes de caer en el consumo de sustancias y perderlo todo llegó incluso a ser actor de televisión, en Ecuador. Y luego de dar muchas vueltas por el país, fue en Cali donde logró su recuperación.
Como Adriana Barberena, que vivió en España, se casó y tuvo una hija. Luego cayó en las drogas y pasó la mayor parte de su vida en las zonas más difíciles de Bogotá y Cali. Ahora vive en la zona rural y trabaja en Samaritanos de la Calle. Como Andrés Tello, quien hizo parte del Ejército Nacional y terminó viviendo 10 años en un cambuche del barrio La Isla. Hoy, junto a sus padres, hermana y sobrinos, está a cargo del restaurante familiar.
Las historias, aunque distintas, dibujan una misma realidad que está ahí, en la esquina, en las calles oscuras por las que evitamos pasar; debajo de los puentes que atraviesan la ciudad, e incluso en muchas familias, donde lo hay todo menos hogar, porque los lazos se rompieron, porque olvidamos amar, proteger, cuidar. Según el censo del Dane, en Cali hay 6.248 habitantes de calle: 87,6% son hombres, y 12,4%, mujeres. Somos la segunda ciudad del país con más personas en estas condiciones. Mucho trabajo por hacer como sociedad.
Pasa por Feria del Libro, detente en la carpa de los libros humanos, escúchalos, aliéntalos. Y piensa que quizás hay alguna realidad que seguro puedes transformar.