¿Qué es la libertad de expresión? Es el derecho de cada ser humano de expresar su opinión, aunque diferente a la nuestra, cuando lo hace en forma pacífica, no acompañado de una acción violenta o que incite a la violencia. Un principio fundamental de la democracia occidental y que a lo largo de los años, todavía no encuentra la manera de fijarse límites precisos y sigue muy discutido.
Y es lo que observamos en estos momentos en España donde el arresto (hace poco más de una semana) del rapero catalán Pablo Hasél y su condena a nueve meses de prisión por el cargo de apología del terrorismo, injurias a la monarquía y a las fuerzas del orden, suscitaron una ola de violencia sin precedente en el país. Miles de jóvenes exaltados piden su liberación en defensa de lo que ellos consideran la libertad de expresión.
Desde hace varios días las manifestaciones brutales convulsionan en Barcelona, Madrid, Valencia, Granada y otras ciudades, y se tornan políticas de derecha contra izquierda, de separatistas catalanes contra poder central e incluso de los partidos que forman la coalición gubernamental izquierdista del presidente Pedro Sánchez en la que los socialistas condenan a los manifestantes, y la izquierda radical en Podemos los apoya.
Pero vamos por partes. El rapero Pablo Hasél (nombre verdadero Pablo Rivadulla Duro) no es una blanca paloma. No es Ghandi ni Martin Luther King. Es un artista y un activista furioso contra el sistema que se expresa en forma brutal y vomita su rencor en canciones y trinos sumamente ofensivos. Doy algunos ejemplos ‘penosos’ pero indispensables para comprender lo que resienten tanto él como sus seguidores y desata tantos disturbios.
Hasél califica a las fuerzas del orden de “mercenarios de mierda” y los acusa de torturar y asesinar. Cuando fue detenido gritó, “Es el Estado fascista que me arresta. ¡Muerte al Estado fascista!”. Se dice “orgulloso de quienes responden a las agresiones de la Policía y amigo de grupos señalados como terroristas y prohibidos en España como Grapo (extrema izquierda) y ETA (separatista vasco) .Se refiere al rey Juan Carlos como “un Borbón mafioso que se la pasa festejando con los monarcas sauditas y financistas de Isis” y “¿Útil? ¿Para quién? Solo para el proveedor de droga y el proxeneta del burdel”. Respecto a la hija del rey, la Infanta Cristina que fue acusada y juzgada por blanqueamiento de dineros, Hasél dice, “la mitad del país le desea la guillotina”.
Con tantos insultos y provocaciones, acompañados de amenazas de muerte a un testigo en uno de sus juicios y agresiones a periodistas, lleva años desafiando a las autoridades españolas. El dossier penal de Pablo Hasél es voluminoso y su arresto deriva de un cúmulo de importantes acusaciones en su contra. Pero Pablo Hasél también tiene muchos seguidores, en su mayoría jóvenes que exigen su liberación en nombre de la democracia y la libertad de expresión que implica. Es más, unos 200 artistas hispanófonos firmaron una petición para liberarlo, entre ellos personalidades prominentes como Pedro Almodóvar, Javier Bardem y Joan Manuel Serrat. Explican que lo hacen porque consideran que condenar y callar a un artista rebelde por más grotesco, ofensivo e idiota, puede degenerar en censura y dictadura, y convertirse en “espada de Damocles” sobre sus cabezas que los amenazaría a todos.
Finalmente y quizás por las mismas razones, el organismo Amnistía Internacional les exige a las autoridades españolas reformas serias para despenalizar las ofensas políticas y religiosas, por más miserables y groseras sino van acompañadas de violencias. Según los críticos del arresto de Hasél “la democracia implica poder convivir con la basura” y por lo tanto en España, como en todas las democracias del mundo, los límites de la libertad de expresión siguen confusos y de difícil manejo.