Tal como se evalúa el cine, vale la pena descomponer en las mismas categorías lo discutido a la fecha de la reforma pensional, quizás para animar a los Representantes a que corrijan lo equivocado y eviten una reforma que termine siendo una carga para los jóvenes en el mediano plazo, en beneficio de las generaciones que habrán de pensionarse en los próximos veinte años.
Lo propio para que no terminemos en una reforma fiscalmente insostenible a largo plazo o donde, peor aún, los ahorros pensionales terminen siendo atrapados por la politiquería. Todo con un principio de actuación, Colombia sí necesita una reforma pensional, ¡¡pero buena!!
Entre lo bueno del proyecto está llegar a 3 millones de adultos mayores con un modelo solidario de pensión, aunque lástima que esto se hubiese podido lograr desde el día dos de gobierno, con los recursos fiscales con que ha contado, si hubiese sido prioridad. Eso no necesitaba reforma pensional.
Es bueno también haber logrado un modelo, que evita la competencia malsana en el régimen contributivo entre AFPs y Colpensiones. También es positivo acabar con las pensiones altas y haber acabado en parte con ese modelo de ‘Robin Hood’ al revés donde los pobres terminan subsidiando a los ricos. Faltó valentía para meterse con los regímenes especiales que merecen ajustes.
Dentro de lo malo del proyecto en mención está el cambio en el régimen semi contributivo, que a diferencia de lo actual no motiva el ahorro y, por el contrario, impide que todo lo que la mayoría pone de ahorro pensional se convierta en un saldo a favor si no logra cumplir requisitos.
Ahora será plata del Estado que este devolverá en ínfimas cuotas de menos de 200 mil pesos mes y que en pocas cotizaciones realizadas no devuelve intereses. También me parece malo que, dado el umbral tan alto, forcemos el cambio del régimen de ahorro individual al de prima media, donde todo lo que mensualmente los trabajadores ponen para su pensión, deja de ser su ahorro personal y se convierte en una especie de impuesto.
Y finalmente, en la categoría de lo feo, el proyecto de ley acaba con la libertad para decidir quién quisiera usted que manejase su ahorro (si una AFP o el Estado). Es feo también que en 2065 o antes se acabe el ahorro pensional y que el estado termine generando un aumento del pasivo pensional al 76% del PIB, pero más irresponsable que se nos diga que tranquilos que luego alguien hará otra reforma pensional o tributaria para solucionar ese descalce. Pobre los jóvenes de hoy que serán los “paganini” del problema. Y a pesar de que es bueno que sea el Banco Central el que administre el fondo público de pensiones, feo que estamos afectando el ahorro y crédito de largo plazo, disminuyendo la financiación de inversiones que necesitará Colombia.
Pero lo más feo podría ser que luego de que esta reforma se apruebe, saliera la laboral que es hoy una verdadera ‘reforma anti-pensional’, porque multiplica el desempleo e informalidad, que son la peor manera de motivar la pensión digna.
Mucho trabajo para afinar en la Cámara de Representantes.