Le pregunté a una analista mexicana qué explicaba el contundente triunfo de Claudia Sheinbaum en las recientes elecciones federales mexicanas y su respuesta fue: “Simple, AMLO”. Luego publicó un artículo en una importante revista norteamericana en la que además del efecto AMLO, destaca sus impresionantes credenciales como académica y ejecutiva cuando fue secretaria de Ambiente y posteriormente jefe de gobierno del Distrito Federal, cuando Andrés Manuel López Obrador fue alcalde.
Concluí que el único paralelismo posible es el de las vidas de Claudia Sheinbaum y AMLO; llevan décadas juntos en las duras y las maduras y aunque no es extraño que haya sido identificada como su candidata, tampoco que haya atraído el apoyo de la base política de Morena, sin tener el carisma del popular presidente. Sus diferencias son más de énfasis que de sustancia. Han hecho llave juntos como gobierno y desde niveles diferentes. Ella fue alcalde del DF entre 2018 y 2023 y AMLO presidente, y lidiaron con la pandemia de 2020 y la recuperación económica pospandémica.
En todo lo demás el proceso mexicano tiene unas singularidades realmente históricas frente a cualquier proceso político latinoamericano.
Tras seis años de mandato, AMLO sale con una popularidad de entre el 55% y el 80% según la medición. Quien lo sucede en la presidencia es de su misma fuerza política, Morena, pero superó tanto en porcentaje como en votos los números del actual presidente, eligió una base parlamentaria cercana a la mayoría absoluta y se llevó siete de las nueve gobernaciones en disputa, entre ellas Yucatán.
Vuelvo y digo, semejante triunfo luego de seis años de mandato con una pandemia en el medio, es inédito. En la historia política occidental hay pocos casos semejantes de construcción de capital político desde un gobierno en ejercicio y ninguno que haya sorteado una crisis de la magnitud de la pandemia de 2020.
La construcción de Morena como fuerza política real junto con una práctica de gobierno orientada a resolver la inequidad que caracterizaba una economía a la vez muy poderosa pero muy pobre, y una política exterior pragmática, se sumaron a la incapacidad de los partidos tradicionales mexicanos de recuperar su poder sin desnudarse de la historia de corrupción e indiferencia que los lastró políticamente.
Claudia Sheinbaum, la científica, la académica, la ejecutiva, la política, la feminista y ambientalista tiene un escenario envidiable. AMLO le deja un proyecto con respaldo popular, una estructura política legitimada por un resultado parlamentario incuestionable y un éxito en las regionales que habla claro de la extensión y profundidad de Morena en la política mexicana. Tiene cómo hacer las reformas constitucionales que AMLO no pudo porque no tenía el apoyo parlamentario necesario. Tiene la legitimidad de suceder a un gobierno populista que es popular no solo por el estilo del presidente sino por sus resultados en equilibrio económico y avances sociales, para los que aún tiene margen de maniobra financiero, dado que su tasa de tributación efectiva como porcentaje del PIB es la más baja de los países OECD.
Así como Claudia Sheinbaum no es solo la escogida por AMLO, su agenda feminista no se desvirtúa porque México está lacerado por el feminicidio. No es solo una activista ambiental, tiene 132 artículos registrados en Google Scholar y 70 en Research Gate, casi todos sobre eficiencia energética y cambio climático.
De esa historia y ese proceso queda poco para hacer paralelismos cuando nuestras diferencias son tan marcadas y a la vez tan endémicas. Tal vez el verdadero aprendizaje esté más en lo que no vemos, que lo que creemos ver.