Una gran charla dio el novelista Sergio Ocampo Madrid en la Feria Internacional del Libro de Cali, hace pocos días. Su más reciente novela, ‘Las Distancias’, cuenta la historia del hijo no reconocido de Luis Carlos Galán Sarmiento, el dique de contención que tuvo Colombia contra el narcotráfico y, en específico, contra el mortífero Pablo Escobar.

Luis, hijo mayor de Luis Carlos y a quien nunca le dio el apellido en vida, es fruto de la relación oculta entre el joven estudiante de derecho y futuro candidato presidencial, y la encargada del servicio doméstico de la casa de sus padres.

Este secreto familiar, que (creían) pudo haber sido usado por los enemigos de Galán para desvirtuar su carrera, acompañó al político a lo largo de toda su vida pública.

Dice Sergio Ocampo, y creo con razón, que nuestro más excelso político, el mismo que enfrentó con la mayor entereza y valentía al poder creciente de la mafia, tuvo más miedo del “qué dirán” de la alta sociedad bogotana, que de las balas del criminal Pablo Escobar. Paradojas.

Sergio Ocampo, además de ser un gran escritor, es psicólogo, y dice que este libro escrito en primera persona sirvió para que Luis, quien obtuvo el apellido de su padre en tiempo reciente (gracias al apoyo de los herederos de Galán), sanara, perdonara, y se perdonara a sí mismo.

Casi siempre los escritores hablan del poder catártico de las historias para sí mismos, pero en este caso hay una obra catártica para su personaje principal. Maravillas del género novela, que con el poder de la palabra sutura las heridas causadas por el silencio.

La madre de Luis, mujer campesina, luchadora y eternamente leal, está revisitando su propia historia contada por la pluma de Ocampo, ahora que su hijo le lee los capítulos por etapas. De alguna manera los secretos fueron enmendados, las injusticias corregidas, la verdad contada, “las distancias” superadas.

Una historia que humaniza al legendario Luis Carlos Galán, cuyo mérito político no queda en entredicho. No olvidemos que fue él, en todo caso, quien tuvo el valor civil de oponerse a que Colombia se convirtiera en una narcodemocracia. Dice Sergio Ocampo que Galán, ese héroe de la patria, no pudo impedirlo, sino, solo, aplazarlo. La tarea continúa... hoy más desafiante que nunca.

Mientras escribo esta columna se confirma la noticia: Carlos Fernando Galán acaba de ser elegido alcalde de Bogotá, con amplio margen y en primera vuelta. Lo conocí cuando trabajamos en Revista Cambio; luego, en El Tiempo, y doy fe de su rectitud, mística, educación, preparación, decencia y bonhomía.

De quien fuera el faro moral contra el narcotráfico, quien dio su vida por valores políticos que se extrañan hoy, queda una herencia, ya madura y en orden, que ojalá ayude a proteger la joya de la corona: Bogotá. Que Galán, lejos de ser un delfín, represente un gran comienzo. Tremenda misión.