Fueron muchos los años durante los cuales pocos artistas de talla mundial escogían venir a nuestra región en el mundo. Y mientras las visitas a países como Argentina y México eran paradas obligadas para las giras de artistas de rock, pop y música clásica, sus visitas a Colombia eran más inusuales.

Desde entonces, generaciones enteras crecimos con la sensación de vivir en un rincón del mundo donde nos sentíamos verdaderamente lejos de los grandes eventos de la cultura mundial. Muchos de nuestros ídolos nunca vinieron a Colombia, mientras que otros, si llegaban tarde, venían acaso una vez en sus carreras. Así fue la historia desde el primer concierto de pop en nuestro país, ofrecido por Bill Haley y sus Comets hace más de sesenta años, pasando por artistas como James Brown y Santana. Cuentan quienes saben del tema que Queen estuvo cerca de venir a nuestro país a mediados de los ochenta, durante una de sus paradas por América Latina, pero nuestro contexto en aquel entonces impidió esa visita.

Durante escasas horas en medio de apretadas agendas, artistas como Elton John, Guns N’ Roses y David Gilmour visitaron nuestro país para ofrecer conciertos que en nuestra memoria colectiva pasaron a ocupar lugares de verdadera leyenda. Y muchas veces, esos artistas que venían a Colombia lo hacían una sola vez en todas sus carreras. No era usual que artistas de talla mundial vinieran más de una vez a ofrecer conciertos aquí, y entonces el máximo sueño de nuestro público era ver a sus ídolos una vez en la vida. Que regresaran a nuestro país y lo hicieran parte de sus destinos frecuentes era, cuando menos, impensable.

Hoy el panorama en Colombia es completamente distinto, por fortuna. Son pocos los grandes artistas de nuestra época que no han venido a nuestro país en sus giras por América. Para muchos de ellos, Colombia se ha convertido en un punto esencial de sus giras, lo que ha robustecido la agenda de eventos culturales en ciudades como Bogotá y Medellín de maneras que nunca antes habríamos imaginado. El público colombiano ha demostrado ser cálido y diverso, y para los artistas acostumbrados a tocar para las frías audiencias en otras latitudes, tocar en ciudades como Bogotá y Buenos Aires se ha convertido en una experiencia reveladora y enérgica.

Pero ese estatus debemos mantenerlo y cuidarlo permanentemente. En ese sentido, el actual posicionamiento de Colombia como destino de artistas del mundo entero exige que como público podamos asumir la tarea de volver a acompañar a quienes deciden regresar a presentarse nuevamente en nuestro país, si queremos que Colombia deje de ser el destino de una sola vez en las carreras de los grandes artistas. Y para eso, lo primero que debemos vencer es la cultura del “ya lo vi”, porque haber visto a un gran artista hace cinco o diez años de ninguna manera representa un motivo para no volver a verlo. A nuestros ídolos debemos procurar verlos cuantas veces sea posible.

Sin duda, la buena hora en términos culturales que vive Colombia desde hace una década empezó, o al menos alcanzó un nivel inédito, con el concierto de Paul McCartney en 2012. En dos semanas lo veremos de regreso en Bogotá luego de doce años de ausencia y podremos decir, por fin, que un Beatle regresará a tocar sus canciones para nosotros.

Quienes crecimos con la música de los Beatles, padres, hijos y nietos, tendremos una oportunidad que rara vez tiene lugar para celebrar a la banda más grande de todos los tiempos. Ojalá entre todos los aficionados llenemos El Campín para tener una de las noches más memorables de nuestras vidas.