Soy consciente que tanto los seguidores del sí como del no, estamos buscando lo mejor para el país, también hay que afirmar que cualquier opción es respetable en tanto sea producto de una reflexión a conciencia. Así un escrutinio de las razones nos puede ayudar a buscar lo mejor para Colombia. Por ello, quiero hacer público mi voto a favor del Sí en el plebiscito de refrendación de lo acordado en las negociaciones de La Habana.Comparto mi reflexión como ciudadano. Soy sacerdote Jesuita, he tenido experiencia en la empresa privada y social, en la actualidad me desempeño como rector de la Javeriana Cali, lo cual me ha permitido conocer y participar en proyectos que apuntan a la paz, la construcción de tejido social y la reconciliación. Al liderar una institución que tiene un eminente sentido social y relación con las comunidades, es imposible sustraerse a los procesos que suscitan una profunda sensibilidad del ser y que me han permitido concluir, desde mi convicción íntima, que, como sociedad, debemos darnos la oportunidad de avanzar a un estado de humanización y reconciliación social.Soy un convencido sobre la solución pacífica de los conflictos. Mantenerse en un estado de tensión y zozobra frente a un enemigo inveterado, nos condujo a un proceso lento e imperceptible de deshumanización social. Mantener el conflicto armado durante décadas ha hecho que recursos económicos importantes los gastemos en matarnos y no en inversión social, especialmente en zonas rurales. Ser el conflicto armado interno más viejo del hemisferio es un fardo que nos pesa como país a la hora de internacionalizar.Como lo dijo Humberto de La Calle, el acuerdo de La Habana es el mejor que se logró. Ya hasta los mecanismos de justicia transicional han sido avalados por la Corte Penal Internacional. En los acuerdos está de por medio mucho más allá de las figuras de Uribe y Santos, efímeros actores políticos; la decisión frente al plebiscito hay que hacerla de cara a las víctimas del conflicto, muchas de las cuales han dado ejemplos muy bellos de reconciliación y perdón, y de cara al futuro de las nuevas generaciones.El sentido profundo de construcción de humanidad en nuestro país debe ser el motivo que nos anime a hacer una valoración de lo acordado. La construcción de paz territorial en las zonas rurales abandonadas por la sociedad y el Estado es una oportunidad que no podemos desaprovechar. Colombia y los colombianos nos merecemos una oportunidad para hacer de nuestro país una casa para todos, donde todos quepamos, donde todos podamos soñar y apostar a un futuro mejor para todos. No podemos dejarnos anclar en un pasado de odio y violencia. No sería justo con nosotros mismos, ni con las nuevas generaciones.El Plebiscito, para quienes votemos sí, como para quienes voten no, es una oportunidad ciudadana muy importante; pues allí, el sí y el no suman para alcanzar el umbral y tener la oportunidad de dar un primer paso, quizá duro y difícil, para sacar de nuestra vida social y política odios, venganzas, heridas. Votemos a conciencia y con libertad, pero votemos sin odio, para que el plebiscito sea el paso que damos como sociedad para desatascarnos del pasado y mirar el futuro con esperanza, con una pasión: una Colombia reconciliada.*Rector Universidad Javeriana CaliSigue en Twitter @RectorJaveCali