‘Maestro’, la película norteamericana que todo el mundo quiere ver y comentar, reúne los elementos para ser óptima. Excelente dirección y actuación por Bradley Cooper (nos había regalado ‘A star is born’); la interpretación de la protagonista principal, Carey Mulligan, actriz inglesa, dos veces nominada al Óscar -y probablemente lo volverá a ser-. La vigilante producción, por nada menos que Scorcese y Spielberg; la genialidad de los maquilladores, la fotografía, la ambientación, la vestimenta y, principalmente, la excepcional historia de la vida de Leonard (o Lenny) Bernstein (1918-1990), uno de los más grandes artistas norteamericanos del Siglo XX.
Bernstein, hijo de inmigrantes judío-ucranianos, partió en dos la historia de la música tanto clásica como popular de su época, personalidad fuerte, innovadora, honesta y valiente. Una leyenda viviente hasta la muerte, a solo cuatro días de haber anunciado su retiro.
Y resulta que la esperada película ‘Maestro’ (accesible en teatros como en Netflix) triunfa y es taquillera, aunque suscite comentarios encontrados. La vi dos veces en pantalla grande y en mi computador y aprecié sus momentos de impecable actuación. Sin embargo, quedé poco satisfecha y con la sensación de que le faltó un mejor reconocimiento del gran talento de Berstein y del porqué de su gloria a nivel internacional.
La película nos entrega una historia de amor entre la pareja de artistas (Bernstein y Felicia Montealegre Cohn, una actriz de renombre de los años 40) y de una situación complicada por el homosexualismo del esposo que la esposa no logra aceptar -pese a que sabía muy bien de su existencia desde antes de su matrimonio-. La filmación se concentra demasiado en el problema, se ocupa esencialmente de los efectos negativos de la relación conyugal, por encima de la personalidad de Bernstein y de su obra monumental.
Obviamente, la película se basa en su música y hace algunas referencias a sus momentos musicales históricos. Pero no es el tema central y, por lo tanto, decepciona y a algunos aburre. Al esperar una película sobre Bernstein uno aspira a conocer los detalles de su magnífica formación musical y de sus logros más notorios. Y se encuentra con un tema menor de adulterio que quizás poco interesa.
Aunque toca reconocer que la historia de amor de la película ofrece momentos bien logrados, con diálogos y comportamientos interesantes. También muy peculiar que fuera filmada en dos partes: la primera en impecable blanco y negro (la parte de un aspirante Lenny a la fama en los años 30 y 40) y en colores, cuando triunfa en los 50 y adelante.
Para ser justos, reconozco que ‘Maestro’ registra algunos (pocos) momentos musicales históricos de Bernstein, como cuando a los 25 años edad sustituyó de manera inesperada y sin ensayos previos al conductor Bruno Walter, que enfermó para conducir la Filarmónica de Nueva York. Lo hizo de manera tan brillante y segura que de inmediato los críticos lo propulsaron al rango de los mejores del país. O cuando en 1973 dio una de sus mejores presentaciones al liderar un concierto de Mahler con la Sinfónica de Londres en la Catedral Ely de Cambridgeshire. Y pasando rápidamente por su incursión en la música de Broadway con su ‘West Side Sory’ que se considera la obra maestra en su género.
El público que fue a ver ‘Maestro’ quería más. Con toda razón.
Lenny Berrnstein fue un prodigio de la música. Su homosexualidad, su adicción al trago y al tabaco o droga, no afectaron su talento. Fue compositor, conductor, profesor emérito, actor, activista de los derechos humanos, humanista, izquierdista y a la vez anticomunista. Incluso, buen marido que quería a su esposa a pesar de sus pecaminosas escapadas. El importante personaje que fuimos a conocer en ‘Maestro’, y salimos defraudados.