La polémica suscitada en torno a la canción +57 de grandes figuras del género urbano como Karol G, Maluma, J Balvin, Ryan Castro, Feid, Blessd, Ovy On The Drums y DFZM, dejó claro que los tiempos han cambiado y que el control social puede lograr, en apariencia, pequeños cambios pero al final, grandes reflexiones.
El tema, que usa como nombre el indicativo para llamar a Colombia, dice en la estrofa más controvertida: “mamacita desde los ‘fourteen’, entra a la disco y se le siente el ‘ki’, mami, estos ‘shots’ yo me los doy por ti, es mucho lo que abajo carga, en el ‘maki’ no cabe la nalga”.
La primera crítica, que desencadenó la controversia, vino de la revista Rolling Stone: “sin importar de qué género musical se trate, cantar sobre niñas que ‘están buenas’ no está bien y, en lugar de romper con la normalización, este sencillo perpetúa malas prácticas”. Eso además de decir que la canción refuerza la imagen de la cultura narco y que “es gravísimo que se sigan tocando libremente temas como la sexualización a menores en las canciones”.
De ahí vinieron múltiples reacciones. La directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf, Astrid Cáceres, dijo que la canción no contribuye a la lucha de esa institución por erradicar la explotación sexual de menores, e invitó a los autores “a que conozcan las horrorosas historias de explotación sexual, violación y asesinato de niñas de 14 años y menos en Medellín”.
El presidente Gustavo Petro, reforzó su crítica a +57, diciendo que Colombia, ‘el país de la belleza’, debe ser conocido, no por las series de Netflix que algunos colombianos exportan y que deben quedar en el pasado de la violencia, de la narco-cultura, que ve en la mujer un objeto... “Ese tipo de turismo no lo voy a aceptar, pierden el tiempo cantando pendejadas”.
Karol G, la artista más exitosa del género, publicó esta semana: “me siento muy afectada y me disculpo de corazón. Ninguna de las cosas dichas en la canción tiene la dirección que le han dado, pero escucho, me hago responsable y me doy cuenta de que todavía tengo mucho por aprender”, un tono muy distinto al que usaron sus colegas y que así no haya dejado satisfecha a parte de la audiencia, fue un gran precedente.
Todo lo ocurrido provocó que el miércoles la canción fuese publicada con una modificación en Spotify y Youtube, reemplazándose el mamacita a los ‘fourteen’ por mamacita a los ‘eighteen’ (18 en inglés), lo que deja ver que la presión y la veeduría sirvió para repensar, al menos, en un fenómeno tan grave como es la explotación de menores en Colombia, que se ha convertido en mercado de este negocio a nivel mundial, y que ha obligado a autoridades y establecimientos de ciudades como Medellín, y Cartagena, a difundir campañas para evitar que este siga creciendo.
No es la primera vez que las canciones hacen alusión a relaciones con menores edad. Las hay en todos los géneros. “Colegiala, no seas tan coqueta, colegiala, ven dime que sí”, “amor de mi vida no te vayas pal colegio, di que estás enferma y quédate un rato conmigo”, en el vallenato; Trece Años o Demasiado Niña, en merengue; “Lolita, me excitas, perversa piel de melocotón”, en balada; “quince años tenía Martina, cuando su amor me entregó”, en ranchera, y así las hay por montones.
No por ello vamos a desvirtuar la crítica a +57, pensando que como otros lo han hecho pues qué problema hay en que se siga haciendo. Lo maravilloso es que haya tantos elementos de juicio qué analizar en torno a ‘un simple tema’, porque el mundo no es el mismo de años atrás, y la normalización de todo lo que estuvo mal, por los siglos de los siglos, poco a poco es asunto del pasado, para bien. @pagope