El arquitecto Manuel Lago Franco (Popayán, 1932-2023, Cali), quien estudió en Cornell, es admirado por sus colegas, recordado por muchos y criticado por otros, como el autor de esta columna, por algo titulada ‘¿Ciudad?’, dejó en Cali varias importantes obras, que hoy es pertinente recordar y estudiar para comprender la ciudad y su arquitectura. Fueron realizadas por la firma, Lago & Sáenz, junto con el arquitecto Jaime Sáenz Caicedo, en la que colaboró el arquitecto Jaime Vélez, cuando diseñaban sobresalientes edificios y ganaban concursos.
Son obras como el acertado Parque Panamericano, de 1971; o La Tertulia, actualmente un símbolo icónico de Cali, cuyo primer edificio, también de 1971, luego la Cinemateca y finalmente otro más, son proyectos que donó al museo, y el anteriormente llamado ‘taller-escuela’ fue proyectado por quien escribe por sugerencia de Manolo a sus directivas, a quien agradezco esa oportunidad. Y también está el bellísimo Club Campestre, en el que Lago colaboró, un proyecto de talla internacional pese a las torpes intervenciones que se le continúan haciendo.
Igual dejó gratas casas, tres publicadas en L’Architecture d’aujourd’hui, en 1958; casas como la Domínguez, 1956, y la Feldsberg, 1960, que junto con las de Borrero, Zamorano y Giovanelli y de otros arquitectos como Heladio Muñoz, fueron consideradas la mejor arquitectura doméstica del país a mediados del XX, y se pueden ver en ‘Casas modernas, Cali, 1936-1972′ 2011, de Buitrago y Gómez, y ‘Lago & Sáenz, la materia y el vacío’ 2021, de F. Ramírez y otros; muchas ya demolidas dando paso a la vulgarización aquí de la arquitectura moderna.
Porque lo que sí está cada vez más claro es que para poder vivir en Cali hay que estarse yendo, como hace años dijo Manuel Lago con su humor inteligente y franco, y las sorpresas no serán pocas al regresar a la que se habita, viajes de por medio. Se trata de viajar a vivir otras ciudades para apreciar la propia, y por qué para evitar las trampas de la modernidad y valorar el patrimonio y tradiciones de la ciudad en que se vive, es preciso conocer y recorrer otras, y en este caso poder valorar el clima, topografía, vegetación y bellos paisajes de Cali.
Por algo era que Don Agustín Nieto Caballero, al regresar de sus permanentes viajes, les repetía a los estudiantes del Gimnasio Moderno de Bogotá, entre ellos Manuel Lago, que lo mejor era el regreso. Educar antes que instruir, y que las humanidades eviten que las ciencias se vuelvan arbitrarias, era lo que pensaba su fundador y rector por muchos años, cuando regresó de Europa en 1913; escritor, psicólogo, filósofo y abogado formado en Francia y Estados Unidos, también fundó el Gimnasio Femenino, en 1927, y ya el GM es bilingüe y mixto.
Pero esta vez el arquitecto Manuel Lago, al que recientemente la Facultad de Artes Integradas de la Universidad del Valle le otorgó un Doctorado Honoris Causa, no volverá, pero queda para muchos su humor y para Cali su mejor obra; y la bella y lúcida ‘Nieves’ nos hace recordar a Manolo junto con la ciudad que vivió en la segunda mitad del siglo pasado y su efímera arquitectura de vanguardia, tan diferente de la actual ciudad y sus habitantes.