No hay ciudad más traumatizada por las ‘movilizaciones sociales’ que Cali. Cuando se anuncian paros y marchas se compra el mercado más grande que se pueda por si bloquean las vías, como ocurrió en los tres meses trágicos del paro de 2021, se agota el papel higiénico y hay filas en las gasolineras. El mal recuerdo de ese ‘estallido’ dejó una herida entre los caleños y nadie quiere repetir la experiencia. Aparte de los muertos, lo peor que le dejó a Cali fue el odio, por eso la primera tarea que se puso el actual alcalde fue reconciliar a la ciudad, algo que ha venido logrando con gran esfuerzo.

Las marchas del presidente Petro generan temor por la violencia y los desmanes que las ‘primeras líneas’ y las mingas podrían generar afectando la infraestructura y la economía de la ciudad. Es inédito que el Presidente de la República convoque a la protesta y es un pulso que podría salirle mal por cuenta del descontento de los mismos sectores convocados para apoyar sus reformas .

Comencemos por los maestros de Fecode, molestos por el cambio en su régimen de salud que ahora los tiene haciendo filas eternas en dispensarios y consultorios cuando antes contaban con un excelente servicio médico.

Los estudiantes, afectados por el aumento en los intereses de sus préstamos educativos y en dificultades para acceder a los créditos del golpeado Icetex.

Los trabajadores del sector médico asfixiados presupuestalmente sin salarios ni recursos para funcionar por la presión gubernamental para estatizar la salud.

Los transportadores que pagan precios altísimos por los combustibles y transitan por carreteras bloqueadas o infestadas de actores armados.

Los trabajadores del agro, comenzando por los arroceros, los de hidrocarburos, los textileros, los ganaderos, los comerciantes y en general todos los sectores de la producción y los servicios que han visto afectada la inversión y la productividad por la incertidumbre nacional.

De llegarse a aprobar la consulta popular, la campaña de la oposición no estará centrada en el ‘No’ sino en la abstención de participar, ya que necesita más de 13 millones de votos para alcanzar el umbral y aprobar el resultado, así que el camino para Petro no es fácil, es poco probable que lleguemos hasta allá y no vale la pena desgastarse en peleas con amigos y familiares en cuanto al Sí y al No.

Ojalá que las marchas sean en paz y que quienes apoyan las reformas puedan expresarse sin amenaza ni coacción alguna, pero que quienes no quieran participar no sean violentados en sus derechos al trabajo y a la movilidad