Lo que va corrido del Siglo XXI ha colocado en el primer plano de la actualidad las migraciones y desplazamientos de pueblos enteros. Prácticamente en todos los continentes se ha acentuado el fenómeno, pero es particularmente grave el flujo de migrantes hacia Europa, Estados Unidos y Canadá.
La migración puede ser controlada y respetuosa con las normas. Puede señalarse como ejemplo de orden el movimiento en 2015 de más de un millón de refugiados sirios a Alemania. El gobierno de la entonces primera ministra Angela Merkel se ocupó de preseleccionar caucásicos y cristianos para evitar el choque cultural en un país supremamente consciente de su nacionalismo.
Lo que estamos viendo hoy es un asalto caótico de masas humanas a Europa y a América del Norte. El ‘efecto llamada’ es muy eficiente en la era de las comunicaciones instantáneas. Incluso se cuestionan hoy los efectos nocivos de la violencia imperante en los juegos de video y en la propia televisión.
En muchas ocasiones irse del país nativo es una insensatez. No he logrado digerir aún el caso de la gerente de una droguería de cadena en un gran centro comercial de la ciudad. Culta, eficiente, servicial, la empleada me sorprendió un día con su despedida porque se iba para Estados Unidos como ilegal. Insistí en que lo meditara por la importancia de la cadena comercial para la que trabajaba y porque ya tenía asegurado un destino laboral. Se fue y no supe más de ella.
Pero también hay casos de gente que decide libremente dejar el país. No pierden la paciencia y hacen las cosas por la vía regular. Una pareja de colombianos, ambos profesionales, resolvieron un día emigrar. Primero trataron de ser aceptados en Canadá, pero por no tener hijos no les expidieron el permiso. Viajaron luego a Estados Unidos, siempre por los conductos regulares, y después del tiempo requerido les expidieron el correspondiente permiso de trabajo.
Colombia ha comenzado a ser parte de la emigración desesperada. La sensación de inestabilidad y cambios acelerados que ha traído este gobierno llevan a mucha gente a decidir irse del país. Pero vale la pena tener en cuenta que al mismo tiempo grandes inversionistas resolvieron radicar sus negocios en Colombia, generando progreso y empleo. Una multinacional sueca de muebles llagará pronto a Colombia.
Sin embargo, hay que seguir luchando por el país. Una familia muy unida ha montado una fábrica de arepas, cada día más grande y exitosa. En los fines de semana las mujeres del hogar venden helados y hace poco arrancaron como emprendimiento un taller de elaboración de calzado. Aquí siguen y parece que aquí se quedaran.
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Posdata uno: ¿Cómo se llamará esta película? Llega un contingente de soldados a cumplir con su obligación de reprimir el cultivo de narcóticos. La comunidad desafiando la autoridad los rodea y los secuestra. Los soldados reciben instrucciones de no hacer nada. Finalmente, los soldados son rescatados por la Defensoría del Pueblo. ¿Esto qué es?
Posdata dos: Hay que hacerle entender al Presidente que quienes respetamos las instituciones queremos ver un primer mandatario desempeñando decorosamente su oficio, sin pugnacidades innecesarias, sin sentirse jefe del Fiscal y más bien sintiéndose jefe de sí mismo. La soflama del primero de mayo sobra en una democracia vieja como la colombiana.