Al que no quiere caldo le dan dos tazas reza el popular adagio. Lo que hace algunos años era impensable en un país machista y católico como los Estados Unidos Mexicanos se hizo realidad por partida doble. Claudia Sheinbaum, mujer y judía, obtuvo una aplastante victoria en las elecciones presidenciales más que doblando a su principal competidora, mujer también, candidata de la coalición de los tres partidos que han dominado México desde la revolución.
Sheinbaum es la primera mujer que ocupará el Palacio Nacional a partir del 1 de octubre, al igual que la primera persona de fe judía en hacerlo. Nieta de emigrantes judíos que llegaron de Lituania y Bulgaria, una mezcla judaísmo askenazi y sefardí, la futura presidente, quien nunca ha renegado de su origen judío, no ha sido especialmente observante de las prácticas religiosas lo que no impidió que fuera en repetidas ocasiones atacada por su origen incluida por su contrincante. Unos 55 mil judíos constituyen la comunidad Judía de México en un país de 120 millones de habitantes.
Para muchos pareciera una sorpresa que Sheinbaum, siendo judía, haya sido desde su juventud y siga siendo militante de izquierda. No hay que olvidar que judíos han sido prominentes en la izquierda mundial; Marx, doce judíos en el primer politburó de la Unión Soviética, fundadores de los primeros sindicatos, protagonistas en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos y contra el apartheid en Suráfrica, liderando el movimiento por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT y al frente de variadas causas sociales.
A pesar de su cercanía con AMLO y del navegar hacia la presidencia sobre la popularidad del mandatario saliente, Sheinbaum, una éxitosa científica como alcaldesa de Ciudad de México, tuvo divergencias con el presidente López Obrador durante la pandemia, cuando la burgomaestre utilizaba siempre el tapabocas lo que no hacia AMLO. De igual manera, tuvieron sus diferencias con las vacunas entre las desarrolladas por empresas occidentales y las hechas en Rusia y Cuba defendidas por López Obrador.
Los desafíos para la nueva presidenta son enormes, comenzando por el perenne tema de los carteles de la droga hoy enquistados en varios Estados en los que son Dios y Ley y a los que AMLO no quiso enfrentar, como si la habían hecho sus antecesores, sin mayor éxito habría que agregar. La violencia fue protagonista de la campaña electoral, segando la vida de más de un centenar de candidatos, según datos de InsigthCrime. Durante el 2023 la cifra de asesinatos pasó de 30 mil, con un grado de impunidad superior al 90%. Hasta con sofisticados drones militares cuentan los carteles para defender sus territorios.
Otro desafío tiene que ver con los migrantes centro y suramericanos que cruzan el territorio mexicano para llegar a la porosa frontera de los Estados Unidos. Solo en diciembre de 2023, 250 mil migrantes fueron detenidos por las autoridades de Estados Unidos, mientras que entre enero y abril de 2024, 580 mil caminantes provenientes principalmente de los países de siempre: Cuba, Venezuela, Haití, Colombia y Honduras, además de asiáticos y recientemente ecuatorianos, atravesaron tierras manitas para llegar al Norte. La posible llegada de Trump a la Casa Blanca, un enemigo acérrimo de la migración, será un gran crítico desafío para la presidenta.
Claudia Sheinbaum asume la jefatura del Estado con un gran capital político, una hoja de vida plena en logros, probadas habilidades administrativas y políticas y el aura de ser la primera mujer presidente en 200 años de vida republicana en uno de los países más poblados del planeta. Y bueno, el ser judía también agrega a ese aura de lo desconocido.