Entre noviembre 24 y diciembre 1, 105 secuestrados, mujeres, niños y ancianos, fueron liberados por Hamás a cambio de una semana de tregua, ayuda humanitaria y poco más de 200 prisioneros palestinos excarcelados. Fue una negociación difícil por las mismas condiciones de la guerra, la poca certeza de que Hamás cumpliera y las posturas de las partes frente a los rehenes. Para Israel, lograr la liberación de mujeres y niños fue prioritario por el valor que tiene la vida en el Estado judío, mientras para Hamás cada prisionero que salía era un trofeo de guerra, llevado en hombros y exhibido en público. Al final, el intercambio colapsó cuando Hamás incumplió con la liberación de un grupo de mujeres y niños que aún permanecen en cautiverio. La guerra se reanudó.
En los últimos años, hemos sido testigos del uso cínico que hacen algunos países como Irán, China y Rusia del secuestro de Estado de extranjeros inocentes, usualmente acusados de espionaje o cualquier otro cargo inventado para canjearlos por dinero o por prisioneros connacionales. Ese fue el caso de dos canadienses encarcelados durante tres años por el régimen comunista chino, falsamente acusados de espionaje en retaliación por el arresto en Canadá de la hija del fundador de Huawei, Meng Wanzhou, solicitada en extradición por Estados Unidos. Al final, tras meses de negociación, Ottawa no tuvo más remedio que ceder al chantaje y que dejarla ir a cambio de los dos conciudadanos.
Una de las mayores crisis de rehenes ocurrió cuando Irán secuestró a 52 diplomáticos de la embajada americana en Teherán, poco después del triunfo de la revolución islámica. Las negociaciones para su liberación tras un fallido operativo militar fueron sumamente complejas, crearon tensión al interior del régimen iraní, mientras que Khomeini cambiaba las exigencias a último momento. Tras 444 días de cautiverio con la mediación de Argelia, el primer día del gobierno de Ronald Reagan, los diplomáticos abandonaron Irán a cambio de liberación de activos iraníes en bancos occidentales.
A Irán le quedó gustando la práctica del secuestro de Estado para fines económicos o políticos. En septiembre de este año, seis rehenes americanos, largamente encarcelados con acusaciones espurias, fueron liberados por 6 mil millones de dólares que Irán tenía retenidos en Corea.
A través de la historia ha habido innumerables situaciones de toma de rehenes, cada una con sus particularidades. En 2001 se llevó a cabo en Colombia uno de los más grandes intercambios de militares y policías secuestrados por las Farc, a cambio de guerrilleros encarcelados, tras un largo proceso de negociación mediado por la Cruz Roja. 359 miembros de las fuerzas de seguridad fueron liberados a cambio de 14 guerrilleros liberados.
Los procesos de negociación de rehenes constituyen un ajedrez multidimensional con piezas que se mueven sin reglas, en diversos tableros, en los que se juega con los sentimientos de las personas, intereses, ganancia mediática, cartas tapadas, engaños, prestigio para mediadores, márgenes de tiempo diversos y falta de escrúpulos en los que seres humanos son convertidos en mercancía negociable.
En momentos que pareciera que se gesta otro acuerdo de liberación de rehenes por parte de Hamás con la mediación de Qatar, entran en juego los elementos anteriores. Hamás, para quien la vida humana, ya sea palestina o judía poco vale, mantiene mujeres y bebés secuestrados, cuya liberación es prioritaria para Israel, y Hamás lo sabe por lo que sube el precio, a lo cual Israel responde con más presión militar para que el precio baje. Se negocian liberación de secuestrados por días de tregua, ayuda humanitaria y liberación de prisioneros palestinos. Amanecerá y veremos, con la esperanza de que mujeres, niños y hombres salgan de los oscuros túneles de Gaza camino a la libertad.