El Congreso debe rechazar de plano la reforma tributaria que presentará el Gobierno y éste ajustar el presupuesto del próximo año a los ingresos ciertos con que contará. Los colombianos estamos hartos de pagar impuestos que se van en burocracia y corrupción, más cuando se rechazan inversiones llamadas a generar recursos y se insiste en acabar con sectores claves en materia fiscal. Un contrasentido que no se debe pasar por alto.
Como todos los años y en los tiempos de ley, el Ministerio de Hacienda radicó el proyecto de Presupuesto General de la Nación, PGN, del año 2025. En esta ocasión por un monto de $523 billones distribuido de la siguiente manera: 62,7% para gastos de funcionamiento, 21,6% para servicio de deuda y 15,7% de inversión. Comparado con el PGN del 2024 crece en promedio 4%. Sube funcionamiento (6,2%) y deuda (19,1%) y cae inversión (-17,4%).
La perla del proyecto de presupuesto es que está desfinanciado en $12 billones, faltante que el Gobierno pretende cubrir con otra reforma tributaria bajo el eufemismo de Ley de Financiamiento. El Ministro de Hacienda estaría a la espera de que el Congreso defina el monto del presupuesto para lo cual tiene un plazo de ley hasta el 15 de septiembre y dependiendo de si queda desfinanciado y su valor, afinará el golpe a los colombianos.
Golpe que no debe darse pues el país no soporta otra tributaria en este momento. Los efectos perversos de la del 2022 están a la vista como para introducir más impuestos. La reducción del impuesto de renta a las empresas es una golosina envenenada pues sería gradual y aplicaría de manera selectiva, y dado que no tocarían el IVA ni el 4X1000, la nueva carga impositiva recaería en las personas: los asalariados y los independientes.
Mientras tanto, crece la burocracia. El Ministerio de la Igualdad, que no sirve para nada, se creó para que la Vicepresidente acomode a sus amigos. Cuenta con 8 asesores del despacho, 5 viceministerios, 21 direcciones y 774 funcionarios de planta. Qué decir de la embajada en la FAO para comprar el silencio de la piltrafa de Armando Benedetti y las 10 nuevas embajadas anunciadas, con la ‘bicoca’ de 125 cargos más en el exterior.
Y proliferan los viajes. En los primeros dos años de Gobierno el presidente Petro realizó 46 viajes al exterior, completando 100 días fuera del país; el doble de sus antecesores. Similar Francia Márquez quien ha cruzado la frontera en 20 oportunidades. Si fuera con un grupo pequeño vaya y venga pero los hacen con un séquito de funcionarios y amigos. Y cuando se les cuestiona por el derroche dicen sin sonrojarse que “seguirán viajando”.
Seguirán viajando por el mundo -quemando combustible- al tiempo en que destruyen a Ecopetrol. La echada para atrás en la compra del 30% de la empresa CrownRock es de lo más grave que le ha ocurrido a la empresa; por la intromisión indebida del Presidente en contra de los intereses de la compañía y porque el proyecto tenía previsto sumarle 65 mil barriles diarios de producción y una utilidad anual por encima de $1,5 billones.
Si lo anterior no fuese suficiente para negarse a tramitar una nueva reforma tributaria, sumémosle la corrupción. Este es el momento en que no se sabe el tamaño del desfalco en la Unidad de Gestión de Riesgos y la responsabilidad penal del Ministro de Hacienda; el mismo que presentará la reforma. Si el país estuviese creciendo y hubiese capacidad de pago, y se tratase de un Gobierno serio, austero y honesto, otra sería la circunstancia. Pero no es así. Es un muy mal momento y ante todo, no hay confianza en el Gobierno.