Resulta increíble ver los alcances que tiene la politiquería, sobre todo cuando utiliza al deporte como vehículo. Que lo diga el presidente Gustavo Petro y su ministra del Deporte, Cristina López, quienes la semana pasada, en el marco de la COP16 de Cali, aprovecharon su ‘momentum’ para decir una que otra ligereza, como, por ejemplo, que los precios de la boletería para ver a la Selección Colombia excluyen a los colombianos y que la FCF (Federación Colombiana de Fútbol) debería llevar al equipo nacional a una ‘gira’ por los estadios del país.

Como era de esperarse, la ciudad que ‘brincó’ ante estas palabras fue Barranquilla, bien conocida como la ‘casa de la Selección’, y donde el equipo nacional ha conseguido la mayor parte de sus clasificaciones a Mundiales de fútbol (1990, 1994, 1998, 2014 y 2018). Pero vamos por partes.

Lo primero que hay que decir es que es falso que los precios de la boletería excluyen a la gente. Por ejemplo, para el próximo partido de local, que es ante Ecuador (19 de noviembre), las tribunas de norte y sur tienen un valor de 93.400 pesos. El resto de localidades van desde los $396.000 hasta los $641.000, precios inclusive mucho más bajos que los que pagan algunas personas para ver otros espectáculos también privados como conciertos. En el caso de Shakira, por ejemplo, su entrada más económica es de $239.000.

Si tenemos en cuenta la calidad de jugadores que tiene la Selección, y el espectáculo que allí se brinda (las eliminatorias suramericanas son consideradas las más difíciles del mundo), el precio no es para nada un gangazo, pero tampoco un atraco.

Lo segundo, y quizá lo más importante, tiene que ver con Barranquilla. Históricamente, la capital del Atlántico ha demostrado ser el lugar ideal para que Colombia reciba a sus rivales, no solo por la efusividad de su gente y la sede deportiva allí construida, sino también por las condiciones climáticas especiales que allí se dan: se ha demostrado que el calor y la humedad por sí solos no ganan partidos, pero sí que complican a los adversarios. De eso se trata, de sacar ventaja, tal y como hace Bolivia con la altura.

Por supuesto que plazas como Cali, Medellín y Bogotá son muy futboleras, y allí sí que se podrían organizar partidos amistosos, pero los de competencia oficial deben seguir siendo en el estadio Metropolitano, que además es el que más público puede albergar: 46.000 personas.

Lo más curioso de todo esto es que muchos de los que hoy piden la ‘democratización’ de la Selección, son los mismos que en el 2021 estuvieron de acuerdo con boicotear la realización de la Copa América en Colombia. Como quien dice, usan el deporte cuando les conviene. Por eso mismo, que no se atrevan a tocar a Barranquilla.