No es raro que nuestro grandioso Alcalde salga con espectáculos y bobadas. La última fue ofrecer una millonada por unas banderas de un equipo de fútbol al tiempo que ni se inmutó por la repetitiva aparición de otras de las disidencias de las Farc. Repito: ni se inmutó.
Va a cumplir 4 años enteros en los que no entendió, o no quiso entender, que su prioridad máxima en esta ciudad descuadernada era la tranquilidad y la vida de su gente. Para lograrlo necesitaba atacar varios frentes en simultáneo: trabajo, educación, Fuerza Pública, tecnología, entre otros. No lo hizo en ninguno.
Los caleños no estamos locos pidiendo a gritos que haya orden y autoridad. Ni tampoco somos una manada de fascistas enloquecidos que queremos ver a la mitad de Cali muerta o pudriéndose en la cárcel. Pedir seguridad es un mínimo básico de una ciudad y de un mandatario. Es, además, su obligación proveer a su gente las garantías para desarrollar su vida sin que esté amenazada en cualquier esquina.
Ospina no tiene ni un solo resultado de su autoría para mostrar en seguridad. Llegó desesperado por poner su autógrafo a cuanto programa existía y, en su afán ególatra por rebrandear, destruyó lo que las alcaldías anteriores habían hecho y que con evidencia sabíamos que funcionan.
Desmontó todo. Se acabaron los programas de prevención de violencia, los programas para combatir las pandillas, la articulación efectiva con la Fuerza Pública, el fortalecimiento de las herramientas tecnológicas, el énfasis en la primera infancia, el rol de la educación y la cultura. En fin. Pérdidas grandes para una ciudad que necesita, de forma desesperada, un consenso básico sobre lo que todos, absolutamente todos los alcaldes, deben hacer y continuar para garantizar la seguridad.
Los resultados acumulados son claros. Las cifras no mienten, aunque el alcalde también insista que no son un diagnóstico efectivo para tomar decisiones. Ospina nos entregará una ciudad más peligrosa. Vuelve y repite el desastre de su alcaldía anterior donde nos dejó peor de lo que recibió. En lo corrido de 2023, esta alcaldía ya supera considerablemente los datos de su primer año. Con corte a mayo, Cali tenía 58 homicidios más que en el 2020. En hurtos, deprime que el aumento sea del 85%. ¿Invento? ¿Conspiración? ¿Cómo se lavará las manos el alcalde y su séquito?
Tuvieron un golpe de suerte el año pasado cuando los homicidios por primera vez en mucho tiempo no superaron los mil casos. Con su poca gestión me rehúso a darle crédito. No se merece ni el más mínimo.
Por lo menos tranquiliza que hoy absolutamente todas las campañas a la Alcaldía ondeen las banderas de la seguridad. Ojalá los candidatos reconozcan desde ya que es importante tomar decisiones con evidencia, implementar estrategias para el garrote y la zanahoria, y que solo asumir la vocería del tema no alcanza para que sea realidad.