Explora tu corazón. ¿Hay algo en ti que esté causando desunión y división?

¿Hay algún malentendido, celos, envidia o algo negativo que te haga perder los estribos?

Cálmate, medita y conócete de un modo directo, siendo muy honesto contigo mismo.

Dile a Dios: Eres el divino alfarero y yo esa pieza de barro que se deja modelar.

Trabaja en ti y no justifiques tus feas acciones ni tus pensamientos negativos.

Puedes estar seguro de que hay algo en lo profundo de ti que necesita cambiar.

Que eso no te deprima; acepta tus fallas y, a partir de ahí comienza a cambiar tu actitud.

Dios te dice: Yo estoy contigo, siempre aquí para ayudarte. Llámame y Yo te ayudaré.

Unido a mí vences todo lo que parezca interponerse en el camino impidiéndote sentirte uno con todo.

@gonzalogallog