Siempre que leo la palabra espejismo me pregunto: ¿cuántos engaños me frenan para dar lo mejor?
Hay que tomar consciencia de las veces en las que queremos, sin querer de verdad.
Es un quiero gaseoso, débil, y que no se acompaña con acciones para lograr lo deseado.
Y es peor cuando ni siquiera es un quiero, sino un endeble y raquítico “quisiera” o “me gustaría”.
Así nunca se logra nada, y razón tuvo el que habló del “síndrome de las ías”: haría, iría, me gustaría…
Caer en la cuenta de ese modo de pensar es vital porque no conduce a un actuar.
Lo sabio es afirmar con decisión: quiero y lo hago, quiero y me comprometo.
Sin compromisos y entrenamiento no hay mejoramiento. ¡Amate y da lo mejor!
@gonzalogallo