En las Montañas Blancas de California existe el árbol vivo más viejo del mundo.
Es un pino gigantesco, y los que lo han estudiado le atribuyen una longevidad asombrosa: 4700 años.
Al saberlo, di gracias a Dios por las maravillas de su creación. Tenemos grandeza y fragilidad.
A veces nos creemos mucho y debemos ser sencillos y valorar más lo interior que lo aparente.
Por eso son sabios estos versos de un poeta español llamado José María Pemán:
“Soy luz y barro del suelo, soy el polvo y el anhelo puestos en continua guerra, soy un poquito de tierra que tiene afanes de cielo”.
Así es, somos capaces de lo más noble o lo más ruin, y lo que nos salva es vivir conectados con Dios.
Él da sentido a tu existir, independientemente del número de años que estás acá.
@gonzalogallog