El presidente Petro no había terminado de anunciar la apertura de una embajada en Palestina cuando vino a mi mente un nombre: Jorge Iván Ospina. Lo propongo desde aquí como nuestro nuevo embajador en el Medio Oriente.
Hace menos de un año el exalcalde de Cali manifestó que le gustaría trabajar allá como médico voluntario al terminar su mandato y qué mejor que hacerlo como diplomático de un gobierno afecto a la causa palestina.
No encuentro mejor hombre para la nueva embajada porque a todos les conviene: es el único político, y voluntario además, que se le mediría a la apertura de una representación diplomática en Ramallah, un territorio en eterno conflicto entre Israel y Palestina y donde pocos países, por no decir que ninguno aparte del nuestro, están pensando abrir embajada, en este preciso momento, por mucho apoyo que manifiesten al pueblo palestino. Lo que para otros sería un castigo, para Jorge Iván Ospina sería una gran fortuna, se cumpliría su sueño altruista y además lo pondría a medio planeta de distancia de los procesos que tiene abiertos en diferentes entidades judiciales.
Por otro lado, el Presidente le encontraría oficio a uno de sus más fieles escuderos a quien ha tenido a prudente distancia debido a la cantidad de líos que tiene en la Procuraduría y la Contraloría, pero que para sus fines de convertirse en líder mundial viene como anillo al dedo, nada mejor que tener en ese territorio al hijo de uno de los históricos del M-19, la independencia de Palestina fue una de las causas que defendió siempre esta guerrilla aparte de que muchos de sus miembros recibieron entrenamiento en la década de los 80 con los combatientes palestinos y otras organizaciones consideradas terroristas. Los lazos están, no se han roto.
El exalcalde de Cali ya sonó para ministro del Deporte y no le alcanzó la cuerda y la carga procesal que lleva a cuestas, pero una embajada de esas características lo pondría de nuevo en las altas cumbres del Pacto Histórico y por ahí derecho en el sanedrín del M-19, extinto partido político que el Presidente quiere resucitar acudiendo a los hijos de miembros históricos de esa antigua guerrilla como la senadora María José Pizarro, hija del asesinado comandante Carlos Pizarro, y quien sería la ungida por Petro para sucederlo en el solio de Bolívar. Del CAM a Palestina.