Se sabe que en política las palabras agresivas suelen preceder a los hechos violentos. Los demagogos y populistas lo saben. Su principal tarea consiste en despertar en las masas el ‘entusiasmo militante’ del que habló Konrad Lorenz. Nadie entendería los desastres y tragedias de la Segunda Guerra Mundial sin contar con el verbo inflamado de Adolfo Hitler y la oratoria de Mussolini.
Poco a poco las sociedades van elevando su nivel de polarización hasta llegar a los sucesos violentos. Esto es exacta y rigurosamente antidemocrático. Son las elecciones libres las que en un sistema democrático generan el cambio de los gobernantes. Por ello el filósofo Karl Popper define la democracia como el sistema que permite “destituir sin violencia a quienes ocupan el poder”.
Un joven cocinero del área de Pittsburgh, Matthew Crooks, resolvió en días pasados disparar un fusil contra el candidato republicano Donald Trump, en plena manifestación electoral. De inmediato surgen preocupantes preguntas: ¿A qué padre se le ocurre regalar un fusil AR-15 a su hijo de 20 años? ¿Cuál es el nivel de confusión ideológica de los jóvenes norteamericanos dado que el tirador estaba afiliado al partido Republicano, el mismo de Trump?
Según Andrés Oppenheimer, hay veinte millones de fusiles semiautomáticos AR-15 en poder de los norteamericanos. ¿Quién garantiza que todas esas armas están en las manos prudentes? Los emocionalmente inestables pueden en Estados Unidos acceder a ese armamento más fácilmente que en cualquier otro lugar del mundo.
La sociedad norteamericana está en mora de enfrentar el terrible problema de la proliferación de armas de fuego. No es aceptable que el Estado norteamericano deje perder el monopolio del uso de las armas por presiones de tal o cual grupo de empresarios. Los resultados están a la vista: un muchacho de 20 años decide con ayuda de su fusil cambiar el curso de la historia.
Los demagogos preparan el camino a los violentos. Donald Trump, de sobra conocido, logró involucrar al tranquilo Joe Biden en una rivalidad casi mortal entre ellos. En alguna ocasión Biden afirmó que era preciso mantener a Trump en la diana. ¿Será que el tirador de 20 años entendió que era necesario mantener a Trump en la mira?
Otros gobernantes del mundo deberían tomar ejemplo de lo sucedido en Pensilvania y comportarse como es debido. La pugnacidad verbal de un Milei en Argentina, de un Evo Morales en Bolivia y por sobre todos, de Nicolás Maduro en Venezuela, debe ser erradicada para bien de la democracia.
Para utilizar un manido lugar común, se aprecia la democracia cuando se ha perdido. La advertencia vale también para Colombia, pues el nivel de polarización verbal al que se está llegando en nuestro país recuerda épocas pasadas en las cuales imperó la violencia fratricida.
Posdata: Es increíble, parece un pésimo chiste, una soberana tomadura de pelo el hecho de que el Gobierno Nacional se hubiese decantado por la figura de un personaje totalmente reñido con las normas del decoro, para designarlo como Ministro de Educación.
Dice mucho de quienes han nombrado al ciudadano Daniel Rojas, un auténtico representante de la primera línea. Para expresarlo en texto corto: Daniel Rojas es a la Educación lo Nicolás Maduro es a la Democracia.