“En el 2011 fui acosada por el señor Jaime Cuéllar quien me pedía que tuviera relaciones sexuales a cambio de mi dotación. Ese día me dijo que fuera donde él se estaba hospedando y yo fui. Lo hacía un señor serio, respetuoso, cuando veo que le va echando pasador a la puerta y me va insinuando que tenga relaciones sexuales a cambio de mi uniforme. Yo le dije a mi profesor, me puse a llorar, tenía 17 años”.
Quien habla es una de las boxeadoras caleñas que decidieron romper el silencio, pese a todas las presiones, y pusieron en jaque al Presidente de la Liga Vallecaucana de Boxeo Jaime Cuéllar Vargas, quien presentó ayer su renuncia, después de muchos años de permanecer allí, inamovible, como pasa en tantos espacios que se convierten en pequeños imperios de poder y abuso, amparados en la indiferencia y la ingenuidad de quienes abrigan en el deporte una oportunidad para noquear la pobreza.
Las denuncias son graves y repetidas. Actualmente hay dos casos formales, uno en la Fiscalía seccional 16 de Buga, por parte de una deportista que señala que el señor Cuéllar le hacía exigencias sexuales por entregarle los uniformes, proceso que está en investigación y recaudo de pruebas, y la otra denuncia se encuentra en el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Cali donde hay 4 víctimas reconocidas, y cuya audiencia preparatoria será el 22 de abril.
Esta es la voz del señor Jaime Cuéllar, en uno de los audios que hacen parte del proceso: “La otra semana te doy los 56 (mil pesos) que te faltan pal otro mes. No, los 60, pal transporte o 70, depende de lo que te tenga. Venga por la tarde tipo 3 o 4 que no hay nadie aquí, yo hago un esfuerzo pero usted también, usted a mí me gusta. Me escribe y me dice ‘Cuéllar estoy bien ya voy a ir’ y te sigo dando, cada que vengas te doy. Conmigo no va a tener problema. Lo que haga usted o lo que haga yo no lo sabemos sino usted y yo”.
Se sabe que son varias las mujeres que habrían sufrido, pero que no denunciaron por temor, porque accedieron a sus peticiones, forzadas por el chantaje, o porque entonces eran menores de edad. Como ocurre con el siguiente testimonio: “Cuando tenía 14 o 13 años era deportista activa de la Liga de Boxeo del Valle y el presidente actual, el señor Cuéllar, me acosaba sexualmente quería que tuviera relaciones sexuales con él, me citaba a Indervalle, a la oficina de él, yo siempre iba con mi mamá y otras compañeras para no dar paso a que ese señor cumpliera con lo que él quería, yo era menor de edad. Quiero denunciarlo para que pare con todos los acosos a las menores que practican este deporte, que a cambio de llevarnos a competencias o dinero quiere acostarse con nosotras”.
Ellas, las víctimas del acoso, no habrían sido las únicas afectadas con esta situación. Contra los profesores que valerosamente las acompañaron en sus denuncias, han tomado represalias como no renovarles sus contratos o no permitirles que entrenen en el Coliseo de Mariano Ramos. Los señalan de traicioneros, cuando son ellos quienes en canchas de Llanoverde o Ciudad Córdoba que arman entrenos improvisados para seducir a jóvenes que por allí pasan, para invitarlos al deporte y alejarles de la mente alguna idea que los lleve por el camino equivocado.
Elmer Montaña, el abogado que acompaña a las denunciantes, advierte que “hay que estar atentos para que en esa nueva junta directiva que se debe de elegir en la Liga no haya familiares del señor Cuellar, porque tenemos entendido que eso quedó convertido en un negocio de familia. Y que se les permita a los profesores, a los alumnos y alumnas continuar las prácticas en el coliseo”.
¿Cuántas niñas habrán sido víctimas de acosadores que se aprovechan de las condiciones vulnerables para lograr lo que como verdaderos hombres no son capaces? ¿Cuántos emperadorcitos haciendo de las suyas a expensas de las necesidades ajenas, sin que nadie los detenga? Ojalá se haga un trabajo serio para que no existan más casos en otras disciplinas deportivas y para que profesores valientes, como tantos en el Distrito, sigan sembrando la esperanza que espante el acoso y la violencia.
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