Si hay un personaje en Cali con el que todo mundo tenga que ver, ese es Alberto Hadad. Para odiarlo o para amarlo. El temido Secretario de Tránsito, que volvió a su cargo este lunes, levanta polvareda en esta ciudad, a veces tan aletargada por funcionarios a los que les pasan las de san quintín y ni por enterados. O, lo que es peor, a los que se sientan a esperar que el problema se les vuelva un monstruo antes de pararle bolas. (recordar la tortura en la oficina de pasaportes y el acostumbrado lavado de manos y las soluciones de a peso del Gobernador).No me gusta el estilo de Hadad. Me resulta dictatorial, arrogante y pantallerísimo. Digno representante de ese adagio que reza la letra con sangre entra. Parece un emperador posmoderno, parado en las esquinas, enfundado en sus jeanes y sus camisetas Polo o Lacoste, bien peinado y con radioteléfono en mano, listo pa la foto. Y creo que su gran pecado ha sido centrarse en el castigo y promover muy poco la cultura ciudadana (tipo Mockus).Pero siendo justos, y entendiendo que uno de los grandes males de esta ciudad es el desorden en sus calles, una figura como la suya parece necesaria. En su primer periodo, Hadad estrenó las fotomultas, los operativos en horas pico aumentaron; las bahías de las clínicas se recuperaron y hasta los más encopetados fueron sancionados y boleteados. Desde entonces se ganó el remoquete de el sheriff del pueblo, porque es el típico alguacil que llega a donde sea para hacer cumplir la ley. Y cuando decidió dejar su cargo, después de perder el pulso con Metrocali, pareció que la ciudad retrocedió en materia de orden vial, hasta llegar a los meses recientes de laboratorios viales no concertados, como el de El Peñón o el ya descartado en el sur, que más parecen una improvisación, aunque le talle la expresión al Secretario de Tránsito saliente.Con todo lo ocurrido, muchos en la ciudad empezaron a extrañar a Hadad, y como al jugador que la tribuna llama para que entre a la cancha lo alinearon de nuevo, en la deslucida nómina de funcionarios sin carisma de Guerrero, salvo muy contadas excepciones. Volvió el sheriff y se estrenó con el anuncio de pico y placa desde las 6:00 a.m. a partir del lunes (pobrecitos los que llevamos en carro particular a nuestros hijos al colegio). Por ahí debe andar persiguiendo motos sin Soat y a los buseteros, que tienen sus días contados.No me gusta su estilo, vuelvo y digo. Pero que pone orden, lo pone. Pese a su eficiencia, creo que su método debe renovarse, porque el castigo estimula el cambio, pero la verdadera educación, la que perdura en el tiempo, se hace sembrando conciencia y no solo con garrote. Y creo que por más eficiente que Hadad sea, mientras el MÍO no transporte los usuarios que tiene que transportar, sus esfuerzos serán insuficientes para mejorar la movilidad caleña. Ya veremos cómo le va en su segunda edición a nuestro remasterizado y nunca mejor llamado sheriff del pueblo.