Ahí están las cifras claritas: en el primero de tres puentes festivos seguidos, en Cali se identificaron 250 fiestas, se registraron 20 mil llamadas a las líneas de emergencia y hubo tanto relajamiento en algunos sectores, que hasta el Esmad intervino un partido de fútbol en el barrio Las Orquídeas. Imagínese, 400 personas en los alrededores de la cancha, muchas sin tapabocas, con el equipo del carro retumbando en la calle, tomando trago y cantándole a Changó y a Yemayá.
Y que no salgan con que eso fue por allá en el oriente, no más. ¡Paja! Hay denuncias de fiestas en todos los estratos, así como imágenes de parques atestados de gente, en picnic y ‘quetales’ como si la cosa no fuera con ellos.
De nada sirvió el llamado de la autoridad a observar buena conducta, mientras se vigilaban de manera preventiva 28 barrios donde se cruzan variables complejas de comportamiento y orden público. Ni explicarles que la apertura gradual y necesaria de muchos sectores de la economía no es sinónimo de relajamiento. Quién dijo que porque el centro comercial está abierto el coronavirus cogió maletas y se devolvió para la China, donde hoy por hoy en el mismísimo Pekín están en alerta por un nuevo rebrote de la enfermedad.
Esto no es cuento chino, señoras y señores. Latinoamérica es ahora epicentro de la pandemia. Agradezcamos que no hemos tenido que vivir el drama de Brasil, Perú o Ecuador y que las medidas nacionales han servido para preparar hospitales y contener la pandemia. Pero no se puede cantar victoria. Puede que usted no conozca a nadie que le haya dado Covid, como dicen quienes sustentan una extraña teoría de la conspiración, pero la enfermedad existe, está aquí y mata.
Quizás estemos reduciendo la velocidad de transmisión del virus, pero Cali sigue estando entre las ciudades con más casos en Colombia: 4.604 y 174 fallecidos (a corte de miércoles 17 al mediodía). Que no se nos olvide también que hay 545 contagiados en la cárcel de Villahermosa, nueve en UCI y un fallecido, aunque aún se ‘peloteen’ la emergencia del penal.
Este fin de semana habrá de nuevo ley seca y toque de queda en Cali. No vaya a ser que el Día del Padre y la cantidad de fiestas que andan promocionando en WhatsApp nos pasen factura en 15 días.
Sé que a la mayoría de nacidos en Cali, la música nos hierve la sangre. Pero la fatiga de la cuarentena no se cura con rumba. Hoy más que nunca necesitamos autocuidado: distanciamiento social, tapabocas y lavado de manos. Haga el favor y no se meta cuentos, que ni Changó ni Yemayá lo van a salvar cuando esté prendido de un respirador en una UCI, peleando por seguir con vida.
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