Lamentable lo conocido hace pocos días acerca de los resultados de Colombia en las Pruebas Pisa que se aplicaron sobre el desempeño de estudiantes de 15 años en 81 países en matemáticas, lectura y ciencias. No solo mostraron cifras muy bajas, sino un descenso frente a años anteriores. Los puntajes de las tres áreas evaluadas, matemáticas con 383 puntos, lectura con 409 y ciencias con 411, están lejos de Chile, el mejor de nuestra región, que alcanzó 412, 448 y 444, respectivamente. Y a años luz de Singapur, que obtuvo 575 en matemáticas, 543 en lectura y 561 en ciencias.

En varios países del mundo, los padres hacen evaluaciones objetivas de la calidad de los maestros de escuelas y colegios públicos y privados. En Shanghái y el resto de China, existe un sistema para medir a los docentes. Se valoran tanto su integridad como sus capacidades. Se incluyen cuestionarios a colegas, alumnos y padres. Y los resultados son enviados al gobierno central. En Hong Kong, las escuelas hacen evaluaciones anuales que revisa el gobierno. En Japón, cada maestro establece los objetivos de trabajo con las directivas al iniciar el año, y al finalizar se evalúa hasta dónde se alcanzaron. En Singapur, que ocupó el primer lugar en el informe Pisa, se realiza una evaluación obligatoria anual de maestros desde el 2005. Además de los resultados académicos de los alumnos, se tienen en cuenta las iniciativas pedagógicas de los docentes, las contribuciones a sus colegas y la relación con los padres. El plan para el curso debe ser presentado por el profesor y revisado por el director tres veces al año.

En América Latina, Chile es un buen modelo. Tras una compleja negociación con los sindicatos, se pudo aprobar en el 2006 la Ley de la Carrera Docente, que evalúa a los maestros del sistema público y privado. Se revisa el portafolio del maestro con documentación sobre una unidad didáctica, la grabación de una clase de 40 minutos, autoevaluación, conclusiones de entrevista con un evaluador e informes de referencia del director. El informe se envía a la Comisión Comunal de Evaluación encargada de decir si los docentes pueden recibir su incentivo monetario y seguir ejerciendo hasta ser reevaluados o, en su defecto, hacer un Plan de Superación para mejorar en las áreas que así lo demanden.

Entre los países evaluados, los mejores puntajes los obtienen quienes aprenden a manejar dos compromisos: la exigencia de los padres a los docentes y la obligación del Estado a que se haga la evaluación anual. Los docentes tienen una responsabilidad esencial en el éxito de estas pruebas, ya que son los encargados de darles los insumos a los alumnos para que aprendan. Aunque hay diversas razones que afectan la calidad de la educación, en nuestro país hay factores que terminan siendo un obstáculo para avanzar, entre ellos, la falta de preparación y actualización en conocimientos, y la no evaluación de los docentes. Parte del escollo radica en los profesores que no admiten estos requisitos y el gobierno que no los exige.

Para el mejoramiento de la calidad escolar, deben ir de la mano los docentes y la familia, primer anillo educativo y base de la sociedad de la que recibimos las enseñanzas iniciales. Los padres no deben ceder sus obligaciones. Deben formar parte del cogobierno escolar, exigir calidad en la formación de profesores, entender los objetivos y planes escolares, y participar en las decisiones que se tomen.

La organización sindical Fecode debe permitir la evaluación de profesores y que se otorguen las oportunidades de trabajo a los docentes bien preparados y evaluados. Formar profesores sin un sistema de evaluación es una utopía. Cuando prima la fuerza del grupo sobre la evaluación objetiva de los individuos, el sistema se quiebra. Expertos proponen que los estándares de medición deben instituirse objetivamente y darse a conocer a los profesores, y que los evaluadores deben estar bien formados.

En el contexto de la corresponsabilidad, padres de familia, docentes, sociedad y Estado deben garantizarles a las nuevas generaciones una educación de primera calidad como única alternativa al desarrollo individual, al progreso global y a la disminución de las desigualdades.