En un laboratorio de Manuel Elkin Patarroyo murieron 47 monos en un lapso de apenas 14 meses: marzo de 2021 y mayo de 2022. La mayoría de ellos de una especie decretada recientemente en peligro de extinción, ‘Aotus nancymaae’. La denuncia la acaba de hacer la organización Peta, dedicada a la protección de los derechos de los animales.
Todo sucedió en la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC) –creada y dirigida por Patarroyo– cuyas instalaciones están ubicadas en la Carrera 11 entre calles 6 y 7 del barrio Águila, en Leticia, la capital del Amazonas.
“El laboratorio usó monos, ahora en peligro de extinción, en experimentos de Covid-19 sin contar con el permiso requerido y les negó atención veterinaria. Algunos animales padecieron muertes dolorosas a causa de sepsis o tétanos. Otros fueron encontrados muertos en las jaulas, con signos de violencia, tras haber sido atacados por otros monos estresados a raíz del confinamiento”, se lee en la denuncia.
En total, 18 monos murieron por ‘broncoaspiración’, por lo que se presume que se ahogaron con comida, agua o su propia saliva. Otros murieron por ataques cardíacos. La muerte de uno de ellos fue atribuida a ‘canibalismo’, lo que da cuenta de las malas condiciones de confinamiento, incluida la aparente escasez de alimento.
“Este laboratorio operó sin veterinario durante siete meses en 2021, en violación de las normas. Una inspección realizada al laboratorio en 2021 reveló que 66 monos se arrancaron el pelo y tenían parches de piel desnuda, 48 tenían bajo peso y cuatro presentaban problemas oculares. Meses después, más de la mitad de los monos confinados allí mostraba signos de desnutrición y tenía otros problemas serios de salud”, dice la denuncia de Peta.
Lo extraño es que, pese a los hallazgos y las advertencias que hizo en su momento la autoridad ambiental en la zona, Corpoamazonía, no se retiraron los monos del laboratorio para ponerlos a salvo. En cambio, los dejaron morir. Aunque solicité conversar del tema con algún vocero de la entidad, hasta el momento no he tenido respuestas.
Tampoco está claro de dónde provienen los fondos para la realización de estos ‘experimentos’ de Patarroyo (Fidic les paga a los indígenas Tikuna, Cocama y Yagua 150.000 pesos por cada mono capturado). En algunas de sus publicaciones , Fidic señala el apoyo económico de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (U.D.C.A.) y de una entidad matriculada en Hong Kong, de la cual no existe mayor información, ni siquiera en su región de origen (Greenstone International Foundation Limited).
La revista Raya denunció además que Manuel Elkin Patarroyo recibe un salario mensual de casi 50 millones de pesos de la Universidad Nacional, como si se tratara de un docente de tiempo completo, pese a que allí no ha dictado clases en las últimas dos décadas.
Con este ya son dos los laboratorios colombianos (el otro es Caucaseco, de Sócrates Herrera y Myriam Arévalo) que experimentan en monos sin cumplir las leyes de protección animal. Dicen estar en busca de una vacuna contra la malaria, y tras 40 años no la han logrado. Detrás hay un enorme negocio para obtener fondos públicos y privados. Ambos casos ya fueron denunciados ante la Fiscalía.
“Lo que esperamos es que tanto con Caucaseco como con la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, los responsables del maltrato, sufrimiento y muerte de los monos sean llamados a la Justicia. El gobierno tiene que pasar del dicho al hecho. No podemos seguir solo con eslóganes bonitos de ‘potencia mundial de vida’, sin pasar a la acción. Y la acción clara es prohibir la captura de monos para experimentos biomédicos cuestionables. Ya tenemos dos ejemplos: 30 años de Caucaseco, 40 años de Patarroyo, miles de monos muertos y ¿cuántas vacunas se han producido? Cero. ¿Qué más evidencia se necesita para entender que eso no va a ninguna parte? Es hora de que el gobierno, de cara a la COP16, tome las medidas para proteger la biodiversidad. No puede pasar que se diga que Colombia protege la biodiversidad mientras Patarroyo y sus experimentos obsoletos acaban con una especie”, dice Magnolia Martínez, Gerente Líder de Proyectos del Departamento de Investigaciones de Laboratorio de Peta.