A los señores, a quienes la cultura machista les impide llorar, sentir debilidad o miedo, o compartir sus angustias, se les apareció una tabla de salvación: es la línea de escucha para hombres (018000423614) que se inventó la alcaldía de Bogotá, y que debería ser replicada por las demás alcaldías del país: la idea es que cuando necesiten desahogarse, los tipos, en lugar de pegarles a la mujer y a los hijos, o de emborracharse y acabar en riñas callejeras o, incluso, cometiendo feminicidios, marquen ese teléfono y conversen de manera anónima y gratuita con un sicólogo experto que les dará consuelo y los guiará para que actúen de forma distinta a como les indica su machismo desesperado, causante de tantos estragos y de tanta violencia. O, simplemente, les enseñará a darse cuenta de sus emociones, a sentirlas y a no actuar, que es lo más sano que pueden hacer.

Llamando a ese teléfono, los mayores de 18 años, habitantes de Bogotá, pueden obtener ayuda para manejar la ansiedad, la depresión, la preocupación por motivos económicos, la soledad, los problemas familiares, los duelos amorosos; o para buscar asesoría sobre cómo prevenir la violencia, lidiar las emociones, mejorar la comunicación interpersonal, o resolver los conflictos de forma pacífica.

Según Nicolás Montero, secretario de Cultura, Recreación y Deporte de la alcaldía de la capital, “la Línea Calma es una propuesta para abordar, desde la raíz, las masculinidades, que son todas esas construcciones sociales y culturales sobre lo que significa ser hombre y los mandatos que socialmente esto les impone. No podríamos pensar en una sociedad que erradique la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar, sin pensar primero en una transformación en la cultura, sin pensar en revisar nuestras masculinidades. Por ello, agregó, es importante trabajar con todos esos estereotipos, creencias y normas sociales sobre los roles de género y sobre la manera en que construimos relaciones. Es una línea, un servicio de escucha, atención y contención emocional para cualquier situación”.

Y Henry Murraín, director de Cultura Ciudadana, manifiesta por su parte, que “es importante reflexionar sobre cómo expresamos el amor dentro de una sociedad machista. Generalmente hacen carrera creencias y estereotipos como ‘si me cela es que me ama’, ‘si me controla es que le importo’. Eso genera justificaciones acerca de esas violencias.
Hay que cambiar el chip de lo que significa ser un hombre: ellos pueden ser emocionales, cuidadores, cariñosos, resolver conflictos de manera pacífica y entender que esta idea de la hombría es una camisa de fuerza que les hace mucho daño a ellos mismos y al resto de la ciudadanía”.

De manera, pues, que con respeto y afecto, le sugiero al alcalde Jorge Iván Ospina que también implante en Cali, una ciudad con altos índices de violencia, esa línea donde los machos caleños se desahoguen y aprendan a no seguir esparciendo la violencia.

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Y, como regalo de Navidad, les dejo esta canción de Marta Gómez, Para la Guerra Nada, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Medellín y cantada no sólo por Martha, sino también por un coro de colombianos refugiados en Canadá y por el Coro Reconciliación, integrado por víctimas del conflicto y por excombatientes de las Farc, del Eln y de las Autodefensas: porque en la música la paz se hace posible: https://youtu.be/sKb34myhS30

¡Feliz Navidad!

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