Me perdonarán el título de esta columna, pero la verdad, no tengo otras palabras para referirme al triste final que está teniendo nuestro sistema de transporte masivo, paradójicamente, llamado MÍO, que de mío no tiene sino este nombre sonoro y hermoso con que se bautizó lo que iba a ser la redención del transporte público de nuestra ciudad y al cual le hemos apostado e invertido años y años de esperanzas frustradas.
Y es que nada más ajeno a los caleños que esta billonaria inversión que trató de cambiarle la cara a la ciudad, lográndolo en materia estética, pero no en resultados prácticos y a los hechos me remito:
Concebido para que transportase en estos momentos 900 mil pasajeros, esa cifra tan solo se alcanza en una cuarta parte con tendencia a disminuir día tras día.
Por ello, los caleños han recurrido al necesario transporte informal mal llamado pirata, a empeñar hasta la camisa para comprarse una motico, algunas veces hasta robada, con tal de no padecer las largas esperas de unos buses que cuando llegan han transcurrido eternos minutos y en los que se atiborran como sardinas en lata, con calores insoportables porque los aires acondicionados no siempre funcionan y con unas terminales a medio terminar reconocidamente inseguras.
Adicionalmente, no hay un sentimiento de pertenencia con el MÍO, lo que le hace ajeno al sentir de sus usuarios.
Recuerdo cuando recién se inició este proyecto que con varios colegas propusimos la realización de una campaña para hacer amigable y parte del sentimiento caleño a tan noble iniciativa. Incluso llegamos hasta manifestar que regalaríamos dichas campañas y la respuesta fue de una total indiferencia porque los sabios que lo manejaban manifestaron que eso no era necesario pese a que hasta los medios ofrecieron donar sus espacios para la divulgación.
Es más: propusimos, igualmente, utilizar las terminales y los interiores de los buses para comercializarlos publicitariamente y colocar en ellos los mensajes de la campaña. Se limitaron a decir que eso lo iba a manejar, no sé qué empresa internacional, como quien dice que no “jodiéramos” más con el tema, y así fueron pasando los años y los años.
Hoy por hoy se hace más evidente la inviabilidad del MÍO y cada vez el hueco económico se convierte en un abismo al vacío porque nuestro sistema de transporte masivo es un barril sin fondo con unos operadores a los que se les debe esta vida y la otra y unas falsas promesas que no se han cumplido ni se van a cumplir.
Ojalá que quien resulte elegido(a) repiense totalmente una de las más grandes metidas de pata de nuestra historia y se realice un vergonzoso, pero indispensable borrón y cuenta nueva.
Lejanas épocas en que los Blanco y Negros, Papagayos, Verdes Bretañas, Crema y Rojos, Grises San Fernando y otros tantos así fueran con cachivaches desvencijados y polucionantes y todo lo que quieran, pero que prestaban un servicio al menos oportuno. Pero hoy por hoy lo que estamos haciendo suicida y tristemente es, repito, “Perfumando un bollo”.