Desde su proyecto original, para ser considerado en la Cámara, presentado por su exministra Carolina Corcho, su finalidad fue estatizar el control y la administración de la salud. Las cláusulas de su contenido eran claras, no dejaban lugar a dudas.

Petro descalificó las labores realizadas por las EPS, en su función de aseguradoras y articuladoras en la prestación de un servicio complejo, que demanda un conocimiento profundo, en no pocos campos. Pensó que dichas empresas se ganaban su sustento y sus utilidades, cumpliendo una actividad que no justificaba su costo.

Él siempre ha dudado y criticado, en sus arengas, el papel del sector privado, como motor de la economía, el desarrollo y la fuente de empleo. Este mismo razonamiento lo condujo a modificar el sistema de salud de Fecode, a su amaño, y establecer una administración exclusivamente estatal, con el fracaso correspondiente.

La alianza del sector privado y el estado, cada uno cumpliendo la labor, en lo que mejor sabe desempeñarse, aplicada a la salud, fue una alianza virtuosa. Esta es la teoría de Mariana Mazzucato, que Petro decía admirar; pero, ¿cómo creerle?

Con la gestión de las EPS, durante tres décadas, cuando sustituyeron al Seguro Social, administrado por los gobiernos de turno, se logró aumentar un cubrimiento menor al 30% de la población a cerca del 95%. Además, su labor, contaba con una opinión favorable superior al 65%.

Como todo sistema es susceptible de mejoras, pero se equivoca, de cabo a rabo, al dinamitarlo para construir otro, con fundamento en la ideología de que el estado debe controlar todo, hasta donde sea posible, tal como fue practicado por la Alemania Oriental y los países europeos del este, durante la existencia de la Unión Soviética. En la actualidad aún está vigente dicha ideología en Corea del Norte y Cuba, con los resultados por todos conocidos.

Para establecer dicho sistema económico, se requiere consolidar una autocracia, suprimir las libertades y crear monopolios estatales, que como todos los monopolios son perversos en su esencia. Además, destruye la competitividad, estímulo indispensable para mejorar; sino pregúnteselo a cualquier deportista.

Como el Senado le ha negado el proyecto inicial y las diversas versiones que de este ha presentado, Petro decidió buscar su implementación a su manera, para lo cual estableció el pago directo a los prestadores de servicios de salud desde el Adres y asfixiar a las EPS financieramente, congelando el valor de la UPC. Se trata de lo que el Adres reconoce a dichas empresas por cada paciente, a pesar de que los costos de atención han subido con el tiempo, en otras palabras, les congeló el precio de sus servicios y no se modificaron sus obligaciones.

Ahora el gobierno es el dueño de la inmensa mayoría de las empresas prestadoras de salud y su responsabilidad es atender a millones de pacientes por el mismo valor de la UPC que se les pagaba. Si el costo es muy superior, ¿por qué no se accedió a la petición de las EPS de aumentar el valor de la UPC?

Todos quisiéramos que se superara exitosamente esta coyuntura, para beneficio de la inmensa mayoría de ciudadanos, en especial los más vulnerables; pero de presentarse problemas de atención de pacientes o suministro de medicamentos, ya sabemos quién fue el causante de tan inmenso desastre.