Aterricemos el concepto: tome una hoja en blanco, que es una totalidad, una unidad completa y trace una línea curva para crear sobre esa superficie ‘entera’, la realidad de cóncavo y convexo. Ya está. Un segundo antes de su trazo, era unidad completa. La fragmentación realizada por el lápiz, creo dos conceptos complementarios: cóncavo y convexo, nacidos de la unidad. Pero, es claro que no pueden existir el uno sin el otro.
Pues bien, el mundo va a hablar de polaridad, va a masticar y repetir este concepto, ojalá sí, asimilando su verdadero significado. Aún más, polaridad es la palabra ‘reina’ del momento. Lo fue en el 2023 y lo será en el año que comenzó. Polaridad significa, en letra simple, extremos que se complementan porque no existe el uno sin el otro. Polaridad, dualidad, concepción mental que intenta engañarse dividiendo lo que no puede fragmentarse. “El uno existe porque existe el otro, ambos se dan sentido y conforman una realidad que va más allá de sus manifestaciones”. Como explica el Kybalión, libro sobre enseñanzas fundamentales de todos los sistemas filosóficos: “Todo es dual; todo tiene polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y distintos son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”.
No enseñar este concepto es una manera de estafar a los estudiantes de las nuevas generaciones, cuando hay tanta conciencia de los efectos que esta ‘semiverdad’ ha causado en la convivencia humana. Es transmitir errores, perpetuar una mentira. Es un ejercicio mental al que están abocados todos los maestros y maestras, si se quiere que la educación contribuya a mejorar la calidad de vida. El mundo entero ‘sufre’ de la enfermedad de la polarización que nos lleva a la destrucción por no poder “aprender a ver” el mundo como la unidad que es. Lo diferente es peligroso y no se observa como complementario, lo que te lleva a intentar destruir todo lo que no reconozco como igual. El mundo es amenazante desde la diferencia o desde la polaridad. Pero cuando logras aceptar que lo diferente no es excluyente y que es una parte de la unidad, no intentas destruirlo, sino, por el contrario, integrarlo. Si logras aceptar que no existen los contrarios, la vida cambia porque el equilibrio y el respeto surgen inmediatamente. ¿Cómo integrar lo diferente para recuperar la totalidad? ¿Cómo vivir aceptando que todo lo que me talla ‘afuera’ es parte de mi ‘adentro’? ¿Cómo aprender a mirar de otra manera?
Las divisiones son las grandes causantes de las exclusiones porque producen atropellos y discriminaciones. El concepto de totalidad es ‘reparador’ porque aceptas que lo que se ve como diferente solo son grados o escalas de una unidad. Nada fácil trabajar desde el concepto de la polaridad, pero hay que verlo como un ‘veneno social’ que genera distancia y violencia. Y necesitamos renovados conceptos para un nuevo mundo que comienza en el 2024. Qué paradoja, la modernidad ha traído logros materiales, pero al descuidar la filosofía de los perennes conceptos como el Kybalion, extraviamos el rumbo. Es urgente retomarlo. Inténtalo, no a la polaridad. Equilibrio como llave salvadora, equilibrio como intento de unidad.