Según el Panel de Opinión 2024 de Cifras y Conceptos, en su segundo año como presidente, Petro tuvo un bajón en la calificación dada por los líderes que participaron. Obtuvo un resultado menor que en su primer año en cuatro de las cinco categorías, salvo en la ambiental, donde aumentó. Según los encuestados, la actual Administración bajó en temas económicos, en materia social, en gobernabilidad y el descenso más grande fue en la calificación de seguridad.
La ejecución es, sin duda, un asunto en el que le falta mucho por mejorar a este Gobierno. Lo que se requiere es priorizar y ejecutar proyectos. Este es uno de los desafíos que tiene por delante la segunda parte del periodo presidencial de Petro. A la par con la necesidad de más eficiencia, la recuperación de la seguridad en los territorios y la reactivación económica, deberían ser las prioridades principales del Gobierno.
Es inevitable mencionar el deterioro de la seguridad que vienen padeciendo varias zonas del país que están a merced de grupos ilegales sin que se vea del Gobierno una estrategia clara para recuperar el imperio del Estado. Lo anterior ha permitido el fortalecimiento de estas organizaciones y el enorme incremento, entre otros delitos, del secuestro y de la extorsión.
En la segunda mitad de su cuatrienio, el Presidente debería enfocarse también en la reactivación de las actividades económicas en el país, en especial las industrias manufactureras, el comercio y la construcción de vivienda. En los ya menos de dos años que le quedan al Ejecutivo, esta reactivación de la economía será crucial en el balance final de su gestión. Es urgente pasar de la retórica a los hechos y deben pesar más los acuerdos que las imposiciones ideológicas.
De otra parte, el Presidente parece cada vez más enfocado en ganar las elecciones de 2026. Pero los ciudadanos no quieren debates ideológicos o peleas de egos. Quieren soluciones concretas a sus problemas. No más anuncios, promesas y expectativas, porque los resultados tangibles hasta ahora dejan mucho que desear.
De Petro, aunque ya no sea candidato para el 2026, no se pueden esperar grandes cambios en su estilo de ejercer la Presidencia. Habrá, eso sí, más subsidio y prestaciones. Esa es la estrategia política. Si algo se puede asegurar es que vendrá más de lo mismo. Además del tono conciliador del discurso del 20 de julio, también habrá retórica incendiaria.
Preocupa el futuro de la gobernabilidad en Colombia. El poder del Presidente no puede quedar reducido a gobernar la pequeña porción de territorio que en un futuro le dejen los grupos armados ilegales. La responsabilidad recae sobre el Gobierno y más concretamente sobre las decisiones que el presidente Petro ha tomado en el proceso de la llamada ‘paz total’.
Como principal responsable de un proyecto político que busca conservar el poder, Petro tiene la vista puesta en el 2026. Sin embargo, el camino que sigue es complicado. La lista de dificultades es extensa. Con respecto a la seguridad, hay una gran insatisfacción tanto por la percepción de criminalidad en las ciudades como por los graves problemas de orden público en varios departamentos.
No se necesita ser adivino para pronosticar que los menos de dos años que le faltan a este mal Gobierno serán muy agitados para Colombia. Sentir que el país está retrocediendo de manera acelerada en materia de seguridad y que los grupos armados ilegales están ganándole al Estado, se volverá un tema con repercusiones electorales en 2026.