Supe de Procaña por allá a mediados de los años 70. Era un gremio de cultivadores de caña muy orientado solo a ser la contraparte de los ingenios en la negociación de los contratos de proveeduría y tenía una participación apenas incipiente del grupo de productores que pretendía representar.
Hoy, cincuenta años después, se ha consolidado y tiene la vocería de los cultivadores de caña, que junto con los Asocaña representando a los ingenios, son elemento vital para el buen discurrir del sector.
No han dejado a un lado la defensa de los intereses de los agricultores en la negociación de los contratos, pero en estos cincuenta años, han logrado mucho más que eso y han contribuido de manera muy significativa al mejoramiento de las condiciones de sus afiliados y han logrado un reconocimiento no solo doméstico sino internacional.
En buena medida esto se ha logrado porque sus dirigentes entendieron y asumieron el papel tan importante que pueden tener los cañicultores organizados en la estructuración y la articulación de la política azucarera.
Este es un sector al que, por cuenta de las distorsiones presentes en los mercados internacionales, ya sea por la vía de subsidios o de mecanismos regulatorios, le resulta muy difícil subsistir sin la existencia de mecanismos gubernamentales de política que atenúen, en alguna medida, el efecto de esas distorsiones. Diseñar la política del sector y luego su implementación resulta irrealizable si no se cuenta con todos los integrantes de la cadena de producción.
A diferencia de lo que ocurre en otras actividades agrícolas, en esta agroindustria la relación entre agricultores e industriales es ejemplar. Los contratos son, normalmente, de largo plazo y las características de la caña hacen necesaria una gran coordinación entre la cosecha y su procesamiento. ero, además, se requiere investigación, hay que hacer grandes esfuerzos por preservar recursos tan importantes como el agua y son muchas las necesidades sociales en la región que afectan por igual a ingenios a cañicultores. Y situaciones como las de las invasiones y agresiones al sector son, también, problemas de todos.
Esto lo entendió Procaña y junto con Asocaña han hecho posible que el sector cuente con instituciones tan valiosas como Cenicaña, como el Fondo Social, el Fondo del Agua y, sobre todo, con instrumentos tan determinantes para la actividad como el Fondo de Estabilización, las Franjas de Precios o la política de biocombustibles.
La estructuración de estos mecanismos no fue un asunto sencillo, pero siempre primó el pensar en el bienestar general antes que en los intereses individuales. Los gobiernos, por su parte, han encontrado una interlocución organizada y seria donde tanto ingenios como cultivadores buscan lo mejor para el sector. El papel de Procaña ha sido determinante para que esto haya sido una realidad y la región pueda contar con un sector pujante con un impacto tan significativo en lo económico y en lo social.
Muchas felicitaciones a Procaña en sus cincuenta años, a Martha Betancur por sus veinte años a la cabeza del gremio y a sus nuevos presidentes honorarios Guido Mauricio López y Carlos Hernando Molina por ese merecido reconocimiento.