Es creciente el interés del mercado en los jubilados, pues muchos sectores encuentran en ellos una atractiva fuente de actividades y de ingresos. Tienen el tiempo, los recursos económicos y la energía para ser dinámicos usuarios. A pesar de eso, muchos no se preparan para el cambio de agendas y de reconocimiento y su cotidianidad se complica. Son variadas las rutinas al punto que he clasificado por grupos a que se dedican varios de mis amigos jubilados.

Jubilados hechizada: Son aquellos que a primera hora, apenas ven una escoba, salen volando. Incompatibles con el sonido de la aspiradora. El odio matutino al jubilado se lo reparten la dueña de la casa y la empleada del servicio; donde él se sienta estorba, pues allí hay que barrer y trapear. El caso más tenaz de mis amigos es el de Roberto, quien huye de casa a las 4:30 de la madrugada a jugar golf. Le regalamos un casco de minero con lámpara incorporada para que encuentre al caddie y la bola.

Jubilados Chaplin: Todo el tiempo están caminando, haciendo vueltas. Calladitos y veloces como Chaplin, buscan los lugares más extraños para hacerlas y gastar el tiempo. Pagan la energía un día y el Direct TV al siguiente. Son relacionistas públicos en cuanta fila hay, especialmente reclamando drogas y dando consejos clínicos. Saben dónde venden en el sur las mejores remolachas y en el norte las zanahorias, jamás juntas. Germán sale en las mañanas a buscar un tornillo y en la tarde a encontrar la tuerca. Es feliz si le dicen que faltó la arandela, pues ese será el programa de mañana.

Jubilados Pacheco: Siempre están frente al televisor. Ven desde las homilías en Televida hasta la televisión boliviana. Entiendo que no se pierdan el Liverpool con Lucho Díaz frente al Manchester, pero no hay derecho a que vean hasta a Deportivo Coquimbo contra Atlético Rafaela. Roncan en los noticieros y van desarrollando una pancita reclinomática muy particular.

Jubilados guadaña: Están atentos a cuanto velorio y entierro hay en la ciudad para estar allí. No requieren ser muy amigos del difunto, basta conocer a un bisnieto que estudio en kínder con ellos para que sea pretexto de su asistencia. Están furiosos por la moda de no realizar velorios, pues allí estaban con los deudos hasta tres días seguidos. Ahora visitan los enfermos y estos se asustan con su llegada, pues recuerdan su pasado fúnebre.

Jubilados Musk: Amantes de la tecnología. Compran cuanto ‘gallo’ o cachivache sale al mercado: celulares, gafas inteligentes, drones, aplicaciones, pero cuando en misa les suena la alarma, no saben ni cuál de los aparatos se disparó y menos aún, como apagarlo.

Jubilados Fiscalía: Encontraron en las redes su pasión. Ellos nos cuentan donde están, que comen, solo nos falta verlos en pijama. Escriben de todo, opinan de lo divino y lo humano y se enfurecen si se les lleva la contraria. Quieren contarnos así cuán activos están. Son felices buscando conocidos en las redes y especialmente las novias del pasado. Cuando las encuentran, no pueden creer que ellos allí estuvieron. Siempre dicen: “¿Y a esta qué le pasó?”. Sin saber que esa pregunta nos la hacemos todos sobre ellos.

Jubilados maratón: Con su vestimenta quiere recordarnos que tiene la vitalidad integra. Anda en pantaloneta y camiseta, pero se delata por la oscuridad de sus medias o la prominencia de su abdomen. En los días de semana caminan y los sábados hacen unas sesiones largas de trote o ciclismo, piscina y algún otro esfuerzo adicional. Generalmente mueren los sábados.

¿Recuerdas a alguien? ¿Te incluyes?