Como inteligentemente recomendaba Francisco de Asís: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible.” (citado por Rafael Narbona, Maestros de la felicidad, 2024, p. 217). Es, precisamente, lo que permite la arquitectura regenerativa a partir del sitio en que se va a realizar lo proyectado, y hacerlo de la mano de Vitruvius: su emplazamiento, función, construcción y forma, y, por lo tanto, el método a seguir de proyectación a utilizar, es decir, aquel que sigue algo anterior o se deduce de ello, que es como el DLE define consecuente.
Lo anterior es, entonces, todo lo que se encuentra en el lote, esté construido o no, de lo que, a continuación, se pasa a deducir lo que es necesario conservar, reutilizar o agregar, ya sea material o simbólicamente, pero no eliminar totalmente nada; concluyendo en qué es lo que es posible hacer en ese sitio para transformarlo en un lugar, en tanto sus usos pertinentes, como se puede y debe construir, y, por lo tanto, que forma tendrá o podrá tener, la que ya no será imposible o puramente caprichosa o especulativa, pues se deberá a un método que combinará lo analógico con lo tipológico que sea pertinente.
Más que una cosa supuestamente nueva, o un suceso reciente, que sale en las noticias, que es lo que domina actualmente la arquitectura, como lo ha señalado Helio Piñón (Novedad v/s calidad, El País, Cali, 11, pues ahora cada obra nueva, pretende ser una novedad como si se tratara de un nuevo monumento, se trata de encontrar lo conveniente. Desde la antigüedad los materiales disponibles y por lo tanto los sistemas constructivos, definieron las formas de la arquitectura, que se reinterpretaban definiendo sus épocas, y lo novedoso solo era lo que impulsaba el paso de una a otra.
En consecuencia, los programas de arquitectura de las universidades deberían enfocar inicialmente sus ejercicios de diseño a intervenciones en el patrimonio construido, en los que los estudiantes primero hacen el levantamiento de una construcción pequeña y sencilla, para pasar a describir mediante textos y dibujos su emplazamiento, enumerar por escrito sus usos y estado de la construcción y realizar su fachada urbana. Y solo entonces sí proponer una intervención consecuente mediante planos arquitectónicos acompañados de una corta memoria escrita al respecto de los que finalmente se logró.
De ahí la importancia de que en Colombia se haya comenzado a premiar la intervención en el patrimonio construido, cómo lo hizo el Jurado del Primer Salón Regional del Pacífico, SCA, 2023 (Un premio pertinente, El País, Cali, 07/12/2023) y ahora en la 29 Bienal Colombiana de Arquitectura y Urbanismo, 2024, celebrada en Cartagena de Indias, al otorgarle el premio en dicha categoría al edificio Lalindaloma, en el barrio Miraflores de Cali, cuyo proyecto regenerativo a partir de una casa de mediados del Siglo XX fue realizado por quien escribe con la colaboración del Arq. Julián Jaramillo.