Hace casi seis años el periodista español Manuel Erice, (Q.E.P.D.) me desafió a escribir juntos el libro ‘El Triunfo del Showman’, un análisis de los hechos de campaña que resultaron en la victoria de Donald Trump. Hoy, al releer esta crónica, parece que nada ha cambiado, salvo la ausencia de la figura de Hillary Clinton, y la auténtica explosión del modelo populista en el mundo entero. Donald Trump, nuevamente candidato, mantiene su discurso, mientras a través de los medios los extremos escupen mentiras y calumnias, y en casa los lectores leemos sólo lo que refuerza nuestras ideas.

Falta un poco más de un año para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Como si se tratara de una pesadilla, Donald Trump está barriendo en las encuestas de su partido, y empatado con el presidente Biden. Ni los líos jurídicos, ni su trato a las mujeres, ni sus negocios turbios, ni siquiera el repudio de la comunidad internacional lo pueden detener. Su situación legal es precaria, está acusado de múltiples delitos de conspiración y fraude, mal manejo de documentos confidenciales, y un racimo de acusaciones adicionales. No parecen preocupados ni él ni sus seguidores.

Los que sí están alarmados son los demócratas, a pesar de contar con un presidente moderado, un gobierno estable, buenas noticias sobre la economía, recuperación parcial de la credibilidad de Estados Unidos a nivel mundial, y cierta disciplina de gobierno. La verdad cruda es que Joe Biden es, según las encuestas, el único que podría recoger los fondos y votos suficientes para derrotar al expresidente. Pero no se puede ignorar su edad y frágil estado físico y mental. Tampoco es poca cosa el comportamiento ilegal de su hijo Hunter ni el apoyo de su padre. Azotados por el miedo de un triunfo de Trump, parece que no tienen remedio, ni un plan B suficientemente viable. El pensamiento general es que es preferible un Biden mermado, o un gobierno de la impopular vicepresidenta, que un Trump que resulta un peligro para las instituciones y la democracia misma del país.

El riesgo que subrayamos hace cinco años se ha multiplicado. El peligro de Trump no está en su tono, su actitud polarizante, su desfachatez, ni siquiera en sus insultos y falta de disciplina. Lo que representa una segunda presidencia se puede resumir en una fecha: el seis de enero de 2021, en la que Estados Unidos estuvo en riesgo real de destruir su democracia, con el aval del propio presidente. El ataque al Congreso, con su complicidad, demuestra los alcances de este showman que continúa atacando el sistema. El desconocimiento de los resultados de las elecciones y el extremo al que ha llegado su equipo de corruptos para mantenerse, y luego recuperar el poder, representa una amenaza no solo para Estados Unidos, sino para el mundo entero.

La estrategia de Trump 2024 está mejor montada que la primera. El partido republicano se entregó y sus alfiles están creando una plataforma de gobierno más disciplinada, más fuerte, más efectiva. El desorden de la Casa Blanca, el nepotismo y la improvisación de su mandato serán reemplazadas por un movimiento populista estructurado, motivado y temible.

Los ingenuos piensan que las instituciones y la democracia en Estados Unidos es a prueba de bala, y que nunca pasaría lo que ha sucedido en América Latina en la historia. Es falso. Ni los americanos se salvan del resquebrajamiento de la política, del poder del dinero, la corrupción y la manipulación. Por esa razón, y por los resultados de las encuestas, el establishment demócrata está rodeando a Biden a pesar de su edad y potencial incapacidad. Suena absurdo que la cancha esté tan vacía, un espejo de la política actual. La apuesta es riesgosa, pero la alternativa es peor. Hoy, exactamente hace cinco años murió el gran Manuel Erice, dejando tantos vacíos, incluyendo las ganas de escribir juntos lo que sería ‘El regreso del Showman’, o mejor aún, “La derrota del Showman”.