Que el hijo y el hermano estén señalados de recibir dinero a escondidas y de personas vinculadas hoy y en el pasado con hechos de corrupción y con el narcotráfico destruye de raíz el relato de la izquierda y de Petro.

Han sostenido que Petro apenas se enteró de lo ocurrido pidió a la Fiscalía que investigará a su primogénito. Falso. Solo lo hizo el dos de marzo, cuando supo que su nuera daría una entrevista.

Hoy hay certeza de que Petro tenía conocimiento de las andanzas de su hijo al menos desde diciembre, cuando su hija Andrea le contó.

Refiriéndose a su hijo dijo que “no lo crié, esa es la realidad”. Sostuvo que había estado en la clandestinidad y sugirió que la conducta de Nicolás era resultado de haber sido educado por la familia de la mamá.

Nicolás nació el 21 de junio de 1986. El acuerdo de desmovilización del M-19 se firmó el 09 de marzo de 1990. Nicolás no había cumplido cuatro años. Desde ese momento Petro pudo criarlo.

Además, ha llevado de la mano a su hijo en la política. Fue él quien lo hizo jefe del Pacto Histórico en el Caribe y también quien le puso la tarea de buscar recursos para su campaña presidencial.

En fin, era inevitable que el episodio de Nicolás tomando plata debajo de la mesa recordara el de Petro recibiéndola en bolsas.

Con su hermano no es distinto. Desde inicios de año, la prensa ha informado que varios mafiosos sostienen que personas cercanas al gobierno les piden sumas millonarias para ser incluidos entre los beneficiarios de las decisiones gubernamentales tomadas con el pretexto de “la paz total”.

El nombre de Juan Fernando Petro estuvo desde el principio entre los señalados. Hay audios en manos de autoridades norteamericanas. De hecho, el 23 de enero, la Fiscalía abrió investigación de oficio contra el colactáneo presidencial. Petro lo sabía.

Para rematar, es inevitable ligar los señalamientos contra el hermano de Petro con lo ocurrido en campaña, cuando se supo que con Danilo Rueda visitaron a mafiosos, parapolíticos y corruptos en varias cárceles.

Petro dijo que las reuniones de su hermano se daban en el marco de lo que denominó “el perdón social”. Se especuló sobre si ese “perdón” se daría a cambio de apoyos electorales. El “pacto de la Picota”.

Las cifras muestran votaciones ampliamente mayoritarias para Petro y el Pacto Histórico en las áreas de más control e influencia de esos grupos. Además, un amplísimo abanico de decisiones gubernamentales, benefician a los narcotraficantes y sus bandas.

Por mucho menos armó la Suprema todo el proceso de la parapolítica. Ahora, más allá de lo que ocurra con los procesos judiciales, quedó hecha añicos la credibilidad del discurso del cambio y la lucha contra la corrupción de Petro y la izquierda.

El derrumbe de ese relato lo debilita y le restará gobernabilidad en lo que resta de su mandato.

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