Luc Montagnier -eminente científico francés director del Instituto Luis Pasteur- y Robert Gallo, norteamericano y príncipe de Bethesdal -el famoso laboratorio de investigación médica de Estados Unidos- protagonizaron un apasionante duelo científico para descubrir el virus del Sida. Algo que tendrá que ver con la suerte de millones de personas, afectadas por una enfermedad de la que, hasta hoy, no hay escapatoria. Ese es el tema de un libro escrito por Dominique Lapierre, el gran escritor francés.Lapierre y Larry Collins escribieron a dúo obras que han tenido más de 150 millones de lectores. Entre otras: ¿Arde París?; Jerusalén; y Llevarás luto por mi. Fueron la gran pareja -hoy disuelta- de la novela-reportaje, al estilo del brillante escritor homosexual Truman Capote en su patético A sangre fría. Lapierre espera la muerte por la cólera del demonio: el cáncer. En su último libro: Más grande que el amor, escribe en prosa impecable la tarea de descubrir en París y en Bethesda -el laboratorio norteamericano -el temible virus del Sida que espanta a la humanidad.En su libro se narra con maestría como ese virus implacable burló por años la paciente investigación científica. El papel de los médicos norteamericanos que conformaron una especie de FBI médico para detectarlo y le ganaron la carrera al orgulloso profesor Gallo. En fin, toda la fantástica tarea que tanto bien hizo a millones: Lapierre, años atrás, dedicó su tiempo a fundar una asociación para ayudar a los hijos de los leprosos de Calcuta. De allí salió La ciudad de la alegría, un libro basado en la vida de Teresa de Calcuta. La mujer que ha llevado amor y compasión a los más pobres de los pobres y tristes de los tristes. La misma que abrió en las calles más temibles del alto Manhattan un hogar, manejado por sus monjitas indias, para recibir a enfermos del Sida.Los personajes de Más grande que el amor resultan inolvidables. El médico Gottlieb, norteamericano; la doctora Ellen Cooper, inglesa; el cancerólogo, San Broder; médicos y otras docenas que desfilan en las 391 páginas de la obra. Que muestra cómo el hombre en muchos casos es víctima inerme de los virus. Un mundo diabólico que aparece con sigilo para perplejidad de científicos que se declaran, en ocasiones, impotentes para descubrirlos y erradicarlos. Recomiendo leer la obra como una lección de amor y compasión.