La ciudad parece haber iniciado el año con un nuevo ritmo, se siente como si no le hubiese dado guayabo posferia de Cali. Si bien las circunstancias estructurales que nos dejaron en los últimos cuatro años sumidos en la indignación, la desesperanza y el abandono —como lo plantearon algunos antropólogos para describir lo que sentían los caleños durante la pasada campaña electoral en octubre— no han cambiado, lo que sí se percibe es una gran esperanza con la llegada del nuevo gobierno.

En la calle, por fin, se ve nuevamente a la fuerza pública, se ve a los guardas de tránsito haciendo la tarea. Se ve a las cuadrillas de trabajadores arreglando algunas calles, se ve a otros demarcando las vías. Se ve también al alcalde y a los miembros de su gabinete en el territorio.

Este martes comenzó una campaña para volver a mi Cali bella. Lo que se espera es que ya no se vea la basura o, más bien, que todos evitemos tirarla y que ayudemos a recogerla.

El inicio de una nueva administración es un reto colosal, la expectativa ciudadana está bien alta. Recuperar la ciudad será la vara con la cual se van a medir los resultados de esta alcaldía. No hay otra opción que hacerlo bien.

La tarea no es menor, como tampoco lo son los obstáculos que se tendrán que enfrentar. La ciudad tiene un endeudamiento de 1,2 billones de pesos y el recaudo —según informan— ha caído en un 12%. Las Empresas Públicas Municipales de Cali (Emcali) han venido disminuyendo sus resultados: su ebitda pasó del 17,3% en el 2020 al 15% en el 2023, como lo expresó el alcalde Eder en su discurso de posesión. El MÍO lo entregan también con dificultades, con una demanda de pasajeros por debajo de los 250.000, mientras la piratería parece tener más de 400.000. Corfecali tampoco se salva… solo por citar algunos casos.

Recuperar la ciudad tomará tiempo, y un esfuerzo enorme. Los ciudadanos siempre esperamos resultados inmediatos del gobierno que llega. Es usual —y tal vez natural— que creamos que porque llegó un nuevo alcalde todo cambia de la noche a la mañana. Seguramente habrá algunos logros que se puedan obtener con prontitud. Sin embargo, habrá otros que requerirán mayor dedicación. Si no es fácil cambiar una inercia negativa, en lo privado, ahora imaginémoslo en lo público.

Lograr que haya cero hambre en la ciudad será un trabajo de largo aliento, así como lo será mejorar la calidad de la educación, el bilingüismo, generar nuevas y mejores oportunidades de ingresos y construir las grandes obras de infraestructura, para poner unos ejemplos.

Los caleños, es seguro, darán un compás de espera para que los resultados en los asuntos estructurales se vayan construyendo, pero siempre y cuando se vaya mejorando con mayor velocidad la seguridad, la limpieza y la movilidad de la ciudad.

La tarea de revivir a Cali no será solo del alcalde y de su equipo, también tendremos que ayudar todos los caleños con cosas que parecen obvias, como conservarla limpia o no violar las normas de tránsito y parquear bien la moto o el carro.

La cosa pinta bien y así se siente en las calles; el reto para recuperar la dignidad y el civismo de Cali está sobre la mesa. La mayoría de los analistas parecen estar de acuerdo en que el alcalde ha escogido un gran equipo para enfrentar este reto y todos esperamos, por el futuro de la ciudad, que no solo lo hagan bien, sino que lo hagan en grande.