Los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Esta frase, repetida hace ya varios años, resuena con una verdad inherente en la sociedad venezolana actual. El escándalo electoral perpetrado por Nicolás Maduro el pasado 28 de julio no solo subraya la persistencia de un régimen autoritario, sino que también pone a prueba la fortaleza de su pueblo. En medio de la adversidad, emerge una generación que, aunque marcada por la penuria, posee el potencial de liderar una transformación significativa en el futuro.
La situación actual también puede ser vista desde la Teoría generacional de Strauss-Howe, que postula la existencia de ciclos históricos recurrentes, cada uno caracterizado por un tipo de generación predominante. Según esta teoría, la sociedad atraviesa por cuatro fases cíclicas: cumbre, despertar, desengaño y crisis. Actualmente, Venezuela se encuentra inmersa en una fase de crisis, un período que, aunque desafiante, es también un catalizador para el cambio.
La crisis, según Strauss-Howe, es una etapa en la que las instituciones se tambalean y la sociedad se enfrenta a desafíos existenciales. En Venezuela, esta crisis se manifiesta en la forma de un gobierno que manipula elecciones, reprime la disidencia y perpetúa la pobreza. Sin embargo, es precisamente en estos momentos de mayor oscuridad cuando la resiliencia y la fortaleza humana se ponen de manifiesto.
La historia está repleta de ejemplos donde los tiempos difíciles han forjado líderes y movimientos que han cambiado el curso de los acontecimientos. Desde la resistencia (La Résistance) francesa durante la Segunda Guerra Mundial o el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, la adversidad ha sido un terreno fértil para el surgimiento de figuras que encarnan esperanza y cambio.
A medida que la crisis se intensifica, también lo hace la respuesta de la sociedad civil con las protestas, la violencia, la organización para atacar la represión, la rabia y el surgimiento de líderes opositores. Lamentablemente, las vías de hecho se convierten -tal vez- en la forma última y desesperada. Es eso o una decisión de las fuerzas armadas de estar del lado de la gente y no del opresor.
Ahora, aún más lamentable es una verdad que sabemos y duele. Son los imperios y los grandes estados los que deciden las cosas. EE. UU. ha manifestado su inconformidad, pero no ha decidido que Maduro debe caer. ¿Es más importante continuar en tensa relación a cambio de petróleo? ¿Le conviene y quiere EE. UU. involucrarse? Somos un continente pobre y Venezuela es una nación pobre. Así sus reservas de petróleo y oro sean inmensas, la caída de Maduro no es la prioridad para la geopolítica mundial aún.
La teoría de Strauss-Howe sugiere que después de la crisis, llega una fase de cumbre, un período de renovación en el que las instituciones se reconstruyen y la sociedad experimenta un renacimiento. Aunque este horizonte parezca lejano, la historia nos enseña que es posible. Es en este contexto que los tiempos difíciles crean hombres fuertes, y es a través de esta fortaleza que Venezuela encontrará su camino hacia la libertad de maduro, más no obligatoriamente de su situación. Serán muchos años y más de una brecha generacional para recuperar la dignidad pisoteada.
Es surreal lo que se está viviendo en el país vecino, hasta la delincuencia anuncia apoyo a la emancipación. Y esta lección es para toda la región.