El 19 de junio, Vladímir Putin arribó a Pyongyang, capital de Corea del Norte, para reunirse con su homólogo Kim Young-Un. Durante esta reunión, los líderes de ambos países firmaron el Acuerdo de Asociación Estratégica, donde declaran que apoyarán al otro en caso de una guerra. Esta relación se ha fortalecido como consecuencia de los recientes cambios geopolíticos. Uno de ellos fue el fallido acercamiento diplomático entre Corea del Norte y Estados Unidos en el 2019, que derivó en que el país asiático buscara, en cambio, aproximaciones con Putin. Por su parte, Moscú solo tomó las intenciones de acercamiento de Pyongyang en serio cuando necesitó apoyo para llevar a cabo la guerra contra Ucrania.
Previo al acuerdo con Corea del Norte, Rusia había entablado con China una alianza. El 4 de febrero del 2022, el presidente chino, Xi Jinping, y Vladímir Putin, anunciaron desde Pekín una alianza estratégica dirigida a hacerle un contrapeso a la influencia de Estados Unidos y en la cual no habría límites en las áreas de cooperación. Veinte días después del anuncio, Rusia invadió a Ucrania.
Esta guerra, que se dio por la invasión rusa al país liderado por Volodímir Zelenski, y que no ha sido criticada con igual vehemencia que el conflicto entre Israel y Palestina por parte del presidente Petro, ha sido más larga de lo que el Kremlin había planeado y, por lo tanto, sus reservas de municiones se han ido menguando. Esto llevó a Moscú a buscar aliados dispuestos a proveerles estos insumos, encontrando en Corea del Norte una posible solución.
Adicionalmente, ante el incremento de sanciones económicas por parte de occidente a Rusia, el líder ruso ha buscado conformar alianzas y apoyos económicos que le permitan, no solo poder llevar a cabo su guerra contra Ucrania, sino también evadir las sanciones y edificar un sistema internacional y de seguridad alterno. Los países que Rusia reclutó para conformar este bloque son Irán, Corea del Norte y China, con la intención de crear un orden en el cual estos cuatro países sean el centro de la geopolítica internacional y no Estados Unidos y Europa.
Es también importante mencionar que, sin la exportación de microprocesadores, entre otros insumos que Pekín provee a Moscú, la industria militar rusa no tendría cómo continuar la guerra. Adicionalmente, Pekín está también apoyando los esfuerzos de Teherán de desestabilizar el medio oriente. China es el mayor comprador de petróleo iraní, que está sancionado por el mercado internacional. En el 2023, según datos del Atlantic Council, refinerías independientes en China (conocidas como teapot) han absorbido el 90% de todas las exportaciones de petróleo de Irán. Estas instituciones le pagan a Irán mediante pequeñas transacciones en renminbi (la moneda china), lo cual le permite al gigante asiático evadir sanciones. Al mismo tiempo, Irán utiliza estos recursos para apoyar a Hezbollah, el cual, prontamente, abrirá otro frente de guerra en Israel.
Por consiguiente, ante las acciones de este bloque por desestabilizar a la seguridad mundial, algo que seguramente continuará y cuyo próximo campo de batalla será Taiwán, es importante que Occidente tome cartas sobre el asunto. Entre estas, reconocer que el mundo está actualmente en una segunda Guerra Fría, donde los frentes son Estados Unidos, Europa y sus tradicionales aliados, incluyendo a Israel, y en el otro bando está este eje anti-sistémico conformado por Rusia, China, Irán y Corea del Norte, países que le han otorgado apoyo diplomático, político y económico a Venezuela.