Se guardan los pastores, el burrito y las ovejas. Llegó el Niño Dios lleno de juguetes, y papá Noel regresó a su casa en el aire, en su trineo con renos y la bolsa vacía.

Vacía, como la de millones de niños que no recibieron más regalo que la ilusión postergada de celebrar la Navidad esquiva que siempre han soñado. Víctimas de la violencia, el maltrato, el abandono, el hambre y el desafecto.

Navidad vacía, que muchas organizaciones y seres humanos procuran colmar, a quienes debemos total gratitud y reconocimiento.

Pienso en ellos al ver a mis nietos, al verme en el espejo, pues todo lo he tenido y nunca me faltó una Navidad de postal. Incluso la muerte de mi mamá, un 24 de diciembre, fue en paz. Decidió que era su hora, así lo dijo. Pidió la dejaran quieta, que la dejaran viajar.

Quedamos los que aquí, seguimos, por un tiempo más, disfrutando de esta vida, dulce y por momentos agria, y que de nosotros depende enaltecer o envilecer. El sol sale y se oculta cada día, a veces acompañado de lluvia, y decidimos qué hacer.

Por mi parte, doy vuelta a la página y próximamente encararé un nuevo año. Cali, mi ciudad, se viste de luces y de un optimismo añorado, ante la llegada de un nuevo alcalde, honesto.

Para los anaqueles y la Justicia queda una administración vergonzosa, sin desconocer por ello algunos aciertos que tuvo. Del apoyo y la actitud de todos los caleños, dependerá en gran parte el éxito de la Administración entrante.

Es tal el caos, que no hay autoridad que aguante. Es tal el drama social que vive Cali, que sin el apoyo decidido de todos, no saldremos adelante.

Iré a los Toros, gústele al que le guste. Voy en busca del buen toro, y de verónicas y naturales; a ver figuras como Talavante, Emilio del Justo, Ferrera y Luis Bolívar, que darán categoría a esta temporada taurina.

El empresario español Alberto García se la juega por tercer año en Cañaveralejo. Ojalá la afición responda y la Plaza vibre como en otros tiempos. Que las ganaderías muestren su casta y trapío. Y como se dicen en España, Dios reparta suerte.

Disfrutaré del Bulevar del Río y la brisa. Nadaré para estirar el cuerpo y despejar el alma, y me zambulliré entre libros. Leeré noticias, aunque por momentos me encolerice, escribiré lo que me da la gana, comeré pasta de colores con tomate, veré a mi hermana Margarita, y me embriagaré con Coca Cola.

Abrazaré la memoria de Botón, mi gato persa y aguardaré el inicio del año para reunirme con mis amigas del ‘kínder’ y reír a carcajadas.

Otros gozarán la Feria, azotarán baldosa, brincarán de caseta en caseta, escupiendo adrenalina, para olvidar lo que no merece ser recordado, recordar lo que sí, y nunca dejar de soñar.

Deseo, de corazón, que estos días transcurran con alegría y sin violencia. Podemos lograrlo si respetamos al otro, sus gustos y aficiones.

Que la rumba no termine en despelote, peleas y agresiones. Que el espíritu de la Navidad, alegre para unos u triste para otros, y la ilusión de un año nuevo, nos ayude a ser mejores personas.