La vida universitaria, tras su apariencia tranquila y a veces monótona, oculta, sin embargo, pasiones que son las que realmente la animan.

En la Universidad del Valle he conocido algunas, pero ninguna tan duradera e intensa como el amor y la fidelidad del profesor Darío Henao por la vida y la obra de Manuel Zapata Olivella. Una pasión que dura 30 años, según su propia confesión, que ha producido muchos y muy estimables frutos. Pero ninguno, si cabe, como el simposio que durante esta semana se está realizando en la Universidad de Dakar, en Senegal.

Sé que regularmente se realizan congresos, coloquios y simposios en todas las universidades del mundo, pero creo que muy pocos como este, por su objetivo: el “diálogo transatlántico en torno al legado de Zapata Olivella, la cultura afrocolombiana y las relaciones entre África y su diáspora en América”.

Por la importancia de las universidades involucradas de Brasil, Colombia, Ecuador, Estados Unidos y, desde luego, Senegal. Por la notable calidad de las decenas de ponentes y por el nutrido programa cultural. Es gracias al esfuerzo de todos ellos, así como al apoyo de las autoridades de Colombia y Senegal, incluida la vicepresidenta Francia Márquez, que el simposio ha sido posible.

Pero tengo para mí que tantas y tan diversas personas no se habrían unido en torno a un propósito común de no haber mediado los esfuerzos sin desmayo de Darío Henao. Secundados, todo hay que decirlo, por la infatigable Magdalena Castro.

El simposio cierra además un círculo. En 1974, el Leopoldo Senghor, presidente del país y autor del concepto de ‘negritud’, convocó en Dakar el Coloquio de la negritud y América Latina, al que asistieron destacados escritores e intelectuales de las dos orillas del Atlántico. Entre ellos, Zapata Olivella, quien, estimulado por esta experiencia, figuró entre los organizadores del 1º encuentro de la cultura negra de las Américas, celebrado en 1977 en Cali.

El simposio de Dakar cierra el círculo. Cali, y en especial Univalle con Zapata Olivella como estandarte, es la promotora de un nuevo y fecundo episodio del diálogo cultural entre África y América Latina, cuyo motivo es el legado africano precisamente.

Yo he contribuido al mismo con la videoconferencia que ofrecí ayer, cuyo propósito fue llamar la atención sobre El hombre colombiano, una obra monumental de Zapata Olivella, publicada en 1974 y hasta hoy prácticamente olvidada.