Nadie puede negar que la invención del método científico, fue el gran impulsor del progreso de la humanidad. Y es simplemente porque consiste en la búsqueda y comprobación sistemática de la verdad. Esto no quiere decir que se haya usado siempre sabiduría en la aplicación de los grandes avances. El uso de la tecnología para arrasar con todo lo que nos rodea es una vergonzosa realidad. Bosques, parajes, animales terrestres y acuáticos, incluyendo humanos, se destruyen con eficiencia insuperable. Además, es cierto que la ciencia no es infalible y puede ser distorsionada por la ambición.
Pero es innegable que gracias a la ciencia vivimos más y mejor, nos movemos con más facilidad, nos enfermamos menos, aprendemos a hacer contribuciones de valor y podemos también medir y corregir los errores que cometemos.
En la permanente búsqueda de la verdad, el método científico ha establecido 5 niveles de evidencia. El más alto se considera el más cercano a la verdad y consiste en la compilación y análisis sistemático de todos los estudios serios y bien hechos sobre un tema, en los que se ha hecho un esfuerzo por medir las variables, para poder concluir cuáles son las determinantes.
En el nivel más bajo de evidencia está el testimonio, la anécdota, que es infortunadamente lo que usan la mayoría de los mortales para tomar decisiones importantes. Si la ciencia hubiese seguido con el testimonio como herramienta, estaríamos todavía en la edad media. Todo el mundo conoce los experimentos del teléfono roto y los relatos de un evento por observadores distintos en diversos ángulos y distancias. La verdad no asoma por ningún lado.
Sin embargo, son los testimonios la evidencia que más usa la justicia, para decidir la suerte de un acusado. Con un agravante: el testimonio es, con frecuencia, de un probado mentiroso o criminal condenado, quien además, lo negocia para obtener beneficios. Poco importan los hechos que han rodeado la vida del acusado, su pensamiento reflejado en escritos, sus actos analizados objetivamente, el beneficio que le haya podido generar a la sociedad o los atentados que le hayan hecho, los mismos que declaran en su contra. Lo que vale es cuantos hampones están dispuestos a declarar y a que precio. Difícil imaginar un sistema que se aleje más de la verdad. Es el método para implantar la majestad de la injusticia.