Esta época del año nos obliga a pensar en lo que sucedió por esta misma fecha en el 2021 en el país, pero sobre todo en lo que pasó en Cali y el Valle del Cauca. Aunque han pasado tres años, es evidente que aún hay muchas heridas abiertas por los hechos de violencia lamentables y reprochables ocasionados por fuerzas ilegales y políticas, que se aprovecharon de las circunstancias para agitar una situación que ya era muy compleja. La desigualdad en nuestro país y la pandemia fueron un terreno fértil para avivar reclamos enquistados en la sociedad.
Sin embargo, hoy es difícil entender que algunos sectores insistan en seguir agitando los ánimos y ponernos en bandos opuestos. A ellos es importante recordarles que en Cali y el Valle del Cauca, un grupo importante de personas, líderes, fundaciones y empresas de todos los tamaños llevan estos tres años escuchándose y dialogando con acción, construyendo un vehículo de impacto colectivo que hoy es ejemplo nacional: Compromiso Valle.
Nadie pretende que se olvide lo que sucedió porque es evidente que aún hay mucho que sanar, pero como ciudadanos nos corresponde aprender a convivir y crear una visión compartida para esta tierra que es de todos. Nos habían acostumbrado a narrativas en las que un empresario de una gran compañía no podía trabajar hombro a hombro con un barrista social nacido en el Distrito de Aguablanca. También nos habían dicho que los jóvenes de Siloé o de El Retiro no eran bienvenidos en las empresas de nuestra región y que los pequeños emprendedores no podían hacer conexiones comerciales con empresas.
Hoy la narrativa definitivamente es otra. Los 63 mil participantes de Compromiso Valle, los más de $100 mil millones invertidos y las miles de relaciones improbables que se han dado demuestran que sí podemos dialogar en el marco de la diferencia. Que los empresarios no son esos ‘villanos’ a los que no les importa su entorno, que los jóvenes no son unos ‘vagos’ a los que no les interesa nada y que las fundaciones empresariales, familiares y de base sí pueden trabajar juntas dejando a un lado los egos y poniendo el trabajo colectivo en beneficio de la comunidad primero.
Compromiso Valle ha demostrado que sí podemos construir una narrativa diferente, pero sobre todo, que es mucho más que un cúmulo de proyectos sociales, es innovación social a su máxima expresión que está construyendo confianza y capital social todos los días. No nos quedemos en lo que nos divide, más bien hablemos de lo que nos une. Muchos se sorprenderán del resultado al unir esta diversidad que nos hace únicos.
La invitación es a seguir por este camino y no por el del odio. Este vehículo de impacto colectivo es la demostración de que sí se puede y que está en todos seguir trabajando para que nuestra región se transforme. Juntos podemos cambiar la narrativa de división por la de unión partiendo de las potencialidades de cada uno, les invito a dialogar con acción. Acá necesitamos muchas manos y mentes con la convicción de que para avanzar debemos reconocernos y sumar en el marco de la diferencia. Colombia debe escuchar más de Compromiso Valle y ojalá más regiones -como ya lo hizo Magdalena- repliquen este ejercicio que le ha dado tanto y le seguirá dando a Cali y al Valle del Cauca.