Se espera que el Ministerio de la Igualdad combata la desigualdad; lo que no es evidente es cuál desigualdad, pues existen muchas clases. Hay desigualdades regionales, étnicas, de género, de oportunidades y varias otras, pero desde el punto de vista económico hay tres clases de desigualdades que inciden en todas las mencionadas.
Una es la desigualdad en el acceso a los bienes y servicios básicos, que es la expresión de la pobreza; otra es la desigualdad en la distribución del ingreso, que refleja como se reparten lo producido en la economía, y una tercera es la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Desde hace más de 50 años todos los gobiernos han prometido en sus planes de desarrollo disminuir la desigualdad, pero apuntando siempre a la primera y, solo en los últimos años a la segunda. Como resultado se ha producido un paradójico desarrollo social: una notable reducción de la pobreza, ningún cambio en la distribución del ingreso y una mayor concentración de la riqueza.
Uno de los signos más visibles de la desigualdad social es la diferencia en el acceso a los bienes básicos como alimentación, salud, educación, vivienda, agua o energía.
No hay medida para esta desigualdad, pero sí existen dos indicadores que clasifican la población entre los pobres que no tienen acceso y los que sí lo tienen. Son el de Pobreza Monetaria, que mide cuantas personas no tienen ingresos suficientes para adquirir la canasta familiar, y el de Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) que identifica a quienes no tienen salud, educación o vivienda con servicios.
La Pobreza Multidimensional ha descendido de manera significativa en Colombia, puesto que durante décadas ha habido un esfuerzo para mejorar el acceso de población a los servicios básicos. Desde el 2012 ha bajado del 26,5% a 12,9 %.
La explicación es el aumento de servicios y subsidios ofrecidos por el Estado que han aumentado la cobertura en salud, educación, así como el acceso a vivienda propia. La disminución del IPM no implica que se haya disminuido la desigualdad en el acceso a estos servicios básicos porque el índice no mide la calidad de los mismos como sucede en educación y salud.
En cuanto a la Pobreza Monetaria, disminuyó de 40,8 % en 2012 a 34,7 % en 2018. En el 2020, la pandemia y la demora y la insuficiencia de los auxilios del gobierno hicieron que explotara la pobreza hasta 42,5 %. En los dos últimos años se revirtió un poco este aumento, pero el porcentaje de personas en situación de pobreza es muy similar al de 10 años antes.
Los logros en materia de disminución de la pobreza y acceso a servicios básicos no han modificado las profundas desigualdades en la distribución del ingreso y la riqueza que existen en Colombia. En 2012 el GINI del ingreso era de 53,9 y 10 años después es más alto (55,6), a pesar de la gran disminución en la pobreza multidimensional y el aumento de los ingresos monetarios de los pobres. La razón es muy simple: los ingresos de los ricos han subido más.
¿Por qué los más ricos siguen teniendo la misma tajada del pastel si mejoran los ingresos de los más pobres? La respuesta es compleja, pero una de las razones es porque la riqueza está muy concentrada y los frutos del desarrollo los acaparan unos pocos, pero este será el tema de la próxima columna.