Con dosis de frustración se expresó Leonor Espinosa, la mejor Chef femenina del mundo, y una empresaria ejemplo del turismo gastronómico, diciendo “ahora sí se jodió el turismo. Tras que el (turismo) local se ha estancado, el internacional va por el mismo camino”. Y hacía referencia a la grave alerta emitida por los Estados Unidos a sus ciudadanos para reconsiderar por violencia el viaje a Colombia. A su planteamiento habría que agregarle otras preocupaciones que siguen allí como el fin de dos aerolíneas que tenían entre el 20 y el 30% del mercado, disminuyendo frecuencias y competencia, la mayor carga impositiva al sector, y los riesgos que se avecinan con la reforma laboral en informalidad, inflexibilidades y costos.
Por eso no es extraño que los gremios más representativos del sector expresen iguales frustraciones. Anato (agencias de viaje), pidiendo que el apoyo al sector se vea reflejado en las políticas públicas, y Cotelco (hoteles), preocupado con la continua desaceleración del sector y un mal primer trimestre en especial para el pequeño hotelero. Y ello viene con datos. Cotelco habla en el primer trimestre de caídas de 19 puntos porcentuales en la ocupación en San Andrés, casi 5 puntos en el Eje Cafetero y algo similar en Santander y Nariño. En las agencias de viaje las vinculaciones laborales son aún 35% menos que las del 2019, y todo esto luego de un año 2022 que cerraba con 4 puntos porcentuales adicionales de ocupación.
El sentimiento de frustración se exacerba ante grandilocuentes párrafos que tanto en el Plan de Desarrollo como en el Plan Sectorial, se riegan en mensajes sobre el turismo sostenible, el turismo en armonía con la vida, el énfasis en turismo cultural y rural, el aporte del sector a la paz total, la democracia, la inclusión y el trabajo decente, la importancia del mismo para el empleo femenino y la de ver el sector como “una solución de transición a una economía descarbonizada”.
Todo muy lindo, pero da la sensación de que tuviésemos dos bocas y una mano, porque se habla más de lo que se hace. Alguien podría decir, y con razón, que el gobierno lleva sólo nueve meses, apenas arranca y se debe esperar. No obstante, sí se han tomado decisiones en los que el sector no fue prioritario y no se corresponden con el discurso. Ni la reforma tributaria, ni el plan de desarrollo consideraron continuar con los beneficios de IVA al turismo y a los tiquetes aéreos, sabiendo que el sector aún no había superado el impacto de la pandemia.
Pero como todo es corregible, aparece una oportunidad. Que por ejemplo la reforma laboral libere o modere al sector en las modificaciones en horas extras, recargos dominicales e inflexibilidades, tal como lo hace en la ponencia oficial con el sector de vigilancia.
Y como quedan tres años la lista de temas a seguir trabajando incluyen formalización, infraestructura, capacidades humanas, promoción, gobernanza, conectividad digital y mucha seguridad.
El punto es que, si no se hace nada, como ha sucedido hasta ahora, efectivamente se jode el turismo, y con ello se jode el empleo y de paso se jode la descarbonización.
* Rector Universidad EIA