Cerrando el mes de julio llegó a mi WhatsApp un mensaje que advertía que en Emcali iban a nombrar a la señora Luz Marina Cuéllar como jefe de Comunicaciones. Eso no es en sí, ni bueno ni malo; lo que resulta preocupante es que la persona en mención se desempeñaba en ese mismo cargo, pero en la Alcaldía de Cali. Además, es la funcionaria a quien la Procuraduría General de la Nación le formuló pliego de cargos por un presunto contrato de influenciadores para difundir contenido a través de redes sociales.
El mensaje no solo advertía que la iban a nombrar, sino que la iban a atornillar en el cargo. El nombramiento lo iban a hacer como trabajadora oficial, con lo cual la próxima administración que llega en enero del 2024, tendría que seguir contando con sus servicios. El mensaje iba más allá, me manifestaba la preocupación de que esta práctica se estuviese realizando con otros funcionarios cercanos a la alcaldía, con el fin de asegurarles su puestico en el próximo gobierno, sea cual fuese.
Lo cierto es que no solo yo lo denuncié en mis redes sociales, este diario, donde se publica esta columna, evidenció este polémico nombramiento. Entiendo que también miembros del sindicato se pronunciaron en contra de este atropello a la transparencia, pues no se realizó el debido concurso de méritos.
A la administración de la ciudad no le importó el ruido ni la desconfianza que este tipo de nombramientos genera; y dicho y hecho, la señora ya llegó el martes 8 de agosto a trabajar.
Sin lugar a dudas este nombramiento a dedo, como trabajadora oficial, puede ser el primero de muchos que realice esta administración para anclar en sus puestos a sus amigos más cercanos y dejarlos per saecula saeculorum mamando de la teta de nuestro municipio. El próximo alcalde no va a tener opción de cambiarlos y le va a tocar tener como coequiperos a los exfuncionarios que desgobernaron a Cali, junto con el alcalde Ospina.
Muy grave que la empresa más importante de la ciudad siga siendo un botín burocrático y politiquero. Muy grave que nombren a funcionarios que, si bien tienen el derecho a la presunción de inocencia, están cuestionados. Muy grave que se le impida al que llegue a dirigir a Cali escoger el equipo con el que quiere gobernar la ciudad.
Lo triste es que, frente a ese nombramiento -me imagino- no existe posibilidad alguna, distinta a demandarlo. Lo que sí creo que es necesario es prender todas las alarmas; sería ingenuo pensar que este es el único caso. Piensa mal y acertarás… Podrían venirse varios más, si es que ya no lo han hecho.
En una columna que se publicó hace como un mes analicé qué podría necesitar Cali de su próximo gobernante; entre otros puntos, inicié por decir: “Que se manejen los recursos públicos con pulcritud, estos son sagrados. No se puede entregar la ciudad para que sea un botín contractual y burocrático. No se puede contratar obras o servicios que no se requieren, como se hizo con un alumbrado navideño móvil y una feria virtual. Con la platica de los caleños no se juega, se debe cuidar e invertir bien; por ello, no basta administrarla con honestidad, sino que se deben disminuir costos y gastos. Se requiere una Cali pulcra y austera”.
Me reafirmo: Ni Cali, ni sus empresas, pueden ser un botín burocrático.